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A mi bebé le duele la "barriga"

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El proceso comienza con los cólicos del lactante y puede continuar a lo largo de la primera infancia. No hay un bebé que escape a una epidemia de gastroenteritis o a un episodio de constipación. El dolor de barriga es uno de los síntomas más frecuentes en
los niños menores de 6 años.

En los pequeñitos los dolores abdominales constituyen uno de los motivos de consulta pediátrica más frecuentes. Sin embargo, aunque sea muy común, este síntoma no debe dejarse pasar desapercibido ya que puede esconder cualquier tipo de patología, algunas de las cuales pueden ser graves. Un dolor que no cesa al cabo de una hora o dos, que le impide al niño jugar o comer, impone la visita al médico sin demora.

Mientras se espera la consulta, es importante no suministrarle nunca medicinas que pudiesen disimular el diagnóstico, en especial los analgésicos o antiespasmódicos para calmar el dolor y observar atentamente al niño. Los eventuales síntomas que puedas asociar a los dolores de vientre, ayudarán al médico a diagnosticar con más claridad.

Empieza por pedirle a tu hijo que precise los dolores que siente: ¿Le duele en un lugar definido o en todo el vientre? ¿En forma permanente o por intervalos? Si es un bebé debes estar particularmente atenta a sus gritos y llantos, más o menos intensos y entrecortados –o no– que se alternan con períodos de descanso.

Habrá que señalar igualmente al médico si el niño ha vomitado o, en el caso de los más pequeños, si rechaza comer o mamar.

Fiebre

Fiebre en niños. Toma la temperatura del pequeño regularmente ya que esta indicación puede dirigir al médico hacia otras enfermedades. Como ejemplo podemos mencionar una angina, las parótidas o una rinofaringitis las cuales provocan altas fiebres y pueden comenzar con dolores de vientre. Ardor al orinar, diarreas eventuales o una constipación, deben igualmente ser señalados. A lo mejor se trata de palidez, sudores o malestares que generalmente marcan un determinado estado de gravedad. Todos estos indicios en su conjunto permiten que el diagnóstico sea más seguro. Es muy probable que después de un examen clínico atento, se trate de una de las cuatro enfermedades más frecuentes de los niños más pequeños.

Cólicos de los lactantes

Cólicos y dolores en bebés (20% de los bebés los sufren). La mayor parte del tiempo, estos cólicos se manifiestan justo después de la toma de leche. El bebé se agita, gesticula y llora con mucha fuerza. Su barriguita a veces está distendida. Cuando su mamá lo toma en brazos se tranquiliza y se duerme, pero se despierta pocos minutos después y la misma escena se repite. Algunos sufren unos minutos al día y otros pueden llorar durante tres horas con mayor intensidad en la noche. Los cólicos, violentos y dolorosos, llegan a provocar verdaderos trastornos del sueño. El vientre del bebé se endurece duro y expulsa gases que lo calman temporalmente.

Estos signos demuestran que hay una fermentación en el intestino delgado, que produce hidrógeno y gas carbónico. Puede deberse a una mala tolerancia de la lactosa ingerida por el bebé, o bien a inmadurez del sistema digestivo después del nacimiento que se traduce en una proliferación de bacterias, las cuales aumentan el proceso de fermentación. Sea lo que sea, sabemos que los bebés que sufren de cólicos tienen un intestino hipersensible.

¿Cómo se cura?

La primera tarea es la reconsideración del régimen alimenticio del bebé. Las madres que amamantan deben eliminar de su alimentación todo lo que fermenta, como coles y vegetales crudos. Las tomas deberán ser más frecuentes y más cortas a fin de disminuir las cantidades. En cuanto al tetero, es inútil variar las marcas de leche, ya que con ello sólo conseguiremos aumentar las dificultades digestivas.

En 50% de los casos, el simple hecho de cambiar de alimentación basta para curar al pequeñín. Sin embargo, a veces los cólicos son el síntoma de una verdadera alergia a las proteinas de la leche de vaca. En este caso se propone una leche “hidrolizada” en la que las proteinas han sido fraccionadas para eliminar las sustancias alergizantes. Si este régimen no provee los resultados esperados, existe otra solución: prescribir una leche totalmente analérgica, la cual contiene sólo aminoácidos y es totalmente inofensiva para el intestino del bebé.

¿Cómo calmarlo?

Los gritos del bebé son un llamado al cual debes responder con tu presencia, haciéndole cariños. Nunca debes darle nuevamente de beber ni agregarle harina, ya que agravarías la mala asimilación de la leche.

Para calmar los llantos que lo hacen tragar aire aumentando los dolores, coloca al bebé suavemente sobre tu antebrazo y pónle la cabeza hacia tu codo: su vientre estará sostenido por tu mano que lo acariciará con dulzura. Para apaciguarlo, también hay que pensar en el chupón, y si los gritos continúan, será necesario dar un paseito. El aire, el ruido y la naturaleza ofrecen distracción a los pequeñitos ¡y a los padres ansiosos! También son muy eficaces los masajes abdominales: acaricia suavemente la barriga del bebé en el sentido de las agujas del reloj.

Si le das pecho, trata de que agarre toda la areola de tu seno y no sólo la punta del pezón, ya que eso le hace absorber aire al mismo tiempo que la leche y contribuye a dañar el pezón.

En cuanto a los teteros, las tetinas aerófugas suelen ser eficaces. En cualquier caso hay que mantener al bebé en los brazos después de cada comida y hacerle eliminar los gases sobre su hombro verticalmente para facitlitar su digestión.

Si las molestias persisten, el pediatra puede recurrir a diversos productos. Si prefiere la medicina alopática, prescribirá antiespasmódicos que aliviarán el dolor. Este problema desaparecerá cuando el bebé llegue a sus 4 o 5 meses. A esa edad, el problema cesa de modo natural, para el bien de los bebés. ¡Y de sus padres!

Gastroenteritis

¡Evita a toda costa la deshidratación!

Diarreas cada vez más líquidas, fiebre, náuseas y vómitos… Estos síntomas son signos evidentes de gastroenteritis, inflamación de las paredes del estómago y del intestino, generalmente provocada por una infección viral, pero a veces se produce por acción de bacterias como la salmonella y otros microbios, generalmente de origen alimenticio.

Tambien habría que ver si hay presencia de parásitos. Una otitits, una rinofaringitis, una bronquitis e incluso una infección urinaria, pueden ser responsables de estos síntomas. La gastroenteritis se contagia por vía fecal-oral, es decir, manos agua o alimentos contaminados por los microbios que ingresan al organismo de tu bebé a través de la boca.

La deshidratación debe evitarse. En los pequeñitos, cuyo cuerpo está compuesto de 70% de agua, la situación puede agravarse muy rápidamente, debido a que el bebé no puede compensar su pérdida de agua por la inmadurez de sus riñones y de su pobre capacidad de percibir y expresar la sensación de sed. La gastroenteritis toma frecuentemente aspectos bastante espeluznantes: el niño presenta diarreas copiosas y vomita mucho. Cuando sufre deshidratación, sus ojos están muy hundidos, él está deprimido y pierde peso, la fontanela muestra un verdadero hundimiento y sus mucosas están secas.

¿Cómo se cura?

Si no hay complicaciones y la causa es un virus, no hay un medicamento específico: el tratamiento pasa por un régimen alimenticio antidiarréico. Hay que hacer beber al niño lo más frecuentemente posible, aunque no necesariamente en grandes cantidades, ya que ello podría hacerlo vomitar. Para los más pequeños, el médico aconseja generalmente seguir con el amamantamiento materno el cual reduce la severidad de la diarrea.

Si el niño toma tetero, propondrá una leche sin lactosa, debido a la incapacidad transitoria del bebé de digerir el azúcar de la leche. La reutilización de la leche habitual se deberá hacer progresivamente reemplazando, el primer día, por cada medida de leche sin lactosa una de leche habitual. El segundo día dos medidas… hasta proporcionarle su composición normal.

En la medida en que el niño come alimentos sólidos, hay que evitar los grasosos y muy dulces e incluso ciertas frutas y vegetales tales como ciruelas, albaricoques, naranjas, espinaca, alcachofas…

Puede consumir sin riesgo compotas de manzana y pera, preparadas sin azúcar. Los hervidos a base de arroz, purés de papa, arroz blanco, galletas ligeramente saladas y manzanas ralladas también son buenas opciones. El niño puede retomar su régimen normal al cabo de 5 a 10 días.

En caso de deshidratación

Si el niño está realmente en vías de deshidratación, el médico prescribirá la interrupción de toda alimentación láctea –salvo el amamantamiento materno– durante 12 a 48 horas. En sustitución, aconsejará una solución para la rehidratación oral, compuesta de glúcidos, sodio y potasio soluble. Si el niño no logra retener nada, lo mejor es la hospitalización.

Constipación

Varía el régimen alimenticio

Vientre hinchado, heces duras acompañadas a veces de sangre… Estamos hablando de la constipación cuando el niño defeca menos de una vez al día antes de un año y menos de una vez cada dos días entre 1 y 4 años. En ciertos casos, estas evacuaciones producen dolor en el momento de la expulsión debido a que son muy duras. ¡Cuidado! Si el bebé vomita, llame al médico ya que eso puede ser signo de una obstrucción intestinal.

Las causas de una constipación son diversas. Si el bebé toma pecho, puede tratarse de una falsa “constipación: digiere entonces todo lo que toma sin necesidad de eliminar los residuos. También puede tratarse de una verdadera constipación, debido a que tú no comes en forma equilibrada. Mientras está tomando tetero, una dilución exagerada de la leche, medidas muy abombadas o un exceso de harinas, son frecuentes razones.

Los niños más grandes con frecuencia sufren este problema, debido a que no consumen vegetales y frutas en la cantidad que necesitan, no beben agua suficientemente y no se ejercitan mucho físicamente. Algunas medicinas tienen, igualmente, un efecto constipante como el hierro, por ejemplo. Por otra parte, los pequeños que sienten miedo a “separarse” de sus heces, durante el período de adquisición de hábitos de limpieza, sufren frecuentemente de constipación. Asimismo, el problema puede ser debido a una causa orgánica: malformación o enfermedad intestinal.

¿Cómo se cura?

Hay que evitar dar laxantes, a menos que haya prescripción médica. Esto podría agravar el fenómeno acentuando aún más la irritación del colon. También es peligroso intentar resolver el problema introduciendo un termómetro en el recto, ya que corres el riesgo de lastimar al niño y bloquearlo aún más.

Si la constipación es de origen alimentario, el niño deberá consumir mayor cantidad de vegetales verdes mixtos, frutas cocidas y jugos de frutas como naranjas y ciruelas.

En un niño que ya no consuma tetero, en lo posible se debe luchar contra el dúo pastas–arroz y, por supuesto, evitar zanahorias, chocolates y dulces. Es importante que beba regularmente agua, adquiera la costumbre de ir al excusado todos los días a la misma hora (sin que eso se convierta en una obsesión) y que tenga actividades físicas.

De acuerdo a la situación, el médico prescribirá tal vez “lubricantes” a base de glicerina, o bien hidratantes que ablanden las heces durante una duración máxima de 15 a 20 días. Lo más importante, efectivamente, es impedir que se instale una constipación rebelde que conlleva siempre a un riesgo de oclusión intestinal. Esta grave patología se manifiesta por dolores muy fuertes seguidos de breves períodos de calma, acompañados de vómitos y de distensión del abdómen. Se trata de una urgencia que impone presentarse lo más pronto posible en el hospital.

Infecciones urinarias

Antibióticos lo más rápido posible

Dolores de vientre violentos, fiebres intermitentes, deseos constantes de orinar… A los dos o tres años los niños son capaces de manifestar su dolor, mientras los recien nacidos lo expresarán con apatía, falta de apetito, un tinte amarillento en la piel y picos de fiebre: además se agitan víctimas de dolor de vientre y mojan sus pañales más seguido de lo normal. Su curva de fiebre será asimismo característica, ya que no cesa de oscilar a lo largo del día de 37º6°C durante la mañana, 38º5°C al mediodía, 37º9°C a media tarde y 38º9°C a la hora de la cena.

Esta infección ocurre mucho más frecuentemente en las niñas ya que su uretra (el canal que conduce la orina de la vejiga al meato urinario) es pequeña, muy corta y cercana al ano. Las bacterias procedentes de las materias fecales de la región anal (los colibacilos responsables del 70% de estas infecciones) colonizan muy facilmente la uretra y remontan a lo largo de las vías urinarias.

¿Cómo se cura?

Si esta infección no es tratada a tiempo, puede provocar la llamada pielonefritis, una infección aguda o crónica de una zona del riñon. Lo mejor es consultar lo más pronto posible al médico. Debemos incitar también al niño a ir regularmente al baño, a beber bastante y, sobretodo, a limpiarse convenientemente cuando use el excusado. Si se trata de las niñas se procede de adelante hacia atrás, de lo más limpio a lo más sucio.

¿Y si todo está en su cabeza?

Los médicos lo llaman “la fobia escolar”. Es ese miedo centrado en el vientre tan frecuente en los pequeños que se traduce en angustia.

Este problema suele ser sufrido, por lo general, debido a la separación de sus padres, en la oportunidad de entrar a la guardería o al kinder. Un poco más tarde los dolores de vientre son también la reacción inmediata frente al estrés o a una dificultad escolar. Prueba de ello es que aparecen generalmente el lunes, después de un período en el nido familar.

Cualquiera sea la edad, este malestar debe ser tomado con seriedad, pero es importante dar con un buen diagnóstico y no tomar como enfermedad psicosomática una patología que reclama un rápido tratamiento. Por eso es que una consulta médica es siempre preferible.

Tres ideas preconcebidas

* Ni hablar de hurgar en el botiquín de la farmacia antes de recibir la opinión médica.
Los antibacterianos o medicamentos contra los vómitos pueden agravar el estado del niño.

* La cola negra y el jugo de manzana son buenos en caso de diarrea
No, no se deben dar estas bebidas en sustitución de las soluciones de rehidratación, ya que aquellas no contienen el sodio necesario para una adecuada rehidratación. Más bien se corre el riesgo de agravar la diarrea, ya que contienen mucho azúcar.

* La sopa de zanahoria es un remedio para la deshidratación
No, la sopa de zanahoria tiene poco efecto si el niño sufre de problemas intestinales, y no aporta ningún beneficio si se encuentra en vía de deshidratación.

Enviado por Juan Carlos Mory

21 comentarios

  1. Dayan pinzon

    05/12/2015 at 12:52

    Hola a todos. mi hijo tiene 2 añitos y emprzo desde hace 2 dias a despertarce a la madrugada gritando de dolor en ek vientre y lo contrae mucho, tambien suelta gases que lo calman.

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