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Adicción a los alucinógenos

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Descripción

Los fármacos alucinógenos o psicodislépticos son sustancias cuyo consumo altera la actividad mental del individuo, modificando su estado de vigilia y las nociones de tiempo y espacio, creando así ilusiones agradables o terroríficas.

En general, estos fármacos producen exageración de las percepciones sensoriales, colores, sonidos, forma, movimiento,… que conducen a modificaciones del comportamiento del individuo y, por tanto, de la personalidad, hasta el punto que pueden aparentar ciertos trastornos psicóticos.

Lo habitual es que se consuman por vía oral, y en general, tienen una baja capacidad de adicción (con excepción de los derivados anfetamínicos); el consumo de estas sustancias suele ser esporádico, por lo que no son frecuentes los trastornos por dependencia de estas sustancias.

Dentro de este grupo están sustancias naturales como la mescalina y la psilocibina, pero la más potente y de uso más extendido es la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) que será a la que nos refiramos fundamentalmente.

Existen gran cantidad de sustancias incluidas en el grupo de los alucinógenos, por presentar todas ellas la capacidad de inducir efectos similares, alucinaciones, delirios, psicosis confusional, taquicardia,… pero hablaremos sólo de las más importantes:

LSD-25, dietilamida de ácido lisérgico, o LSD: se absorbe por vía oral, sus efectos comienzan aproximadamente a la media hora de su administración y persisten de 8 a 12 horas, y se elimina por la bilis y por la orina. Su consumo provoca trastornos del humor (angustia, euforia, temor,…), trastornos de la percepción (alucinaciones e hiperestesias, sensibilidad excesiva), excitación, delirios, crisis de pánico, taquicardia, hipertensión, midriasis (es decir, dilatación de la pupila, dato de valor diagnóstico en sujetos graves).

Entre sus efectos tóxicos destacan convulsiones, psicosis tóxicas, síndrome amotivacional, recidivas espontáneas de la experiencia y en muchos casos, provocación al suicidio. Su consumo en embarazadas tiene efecto teratógeno, induciendo alteraciones fetales.

Ergina o lisergamida: se absorbe por vía oral y sus acciones son similares a las del LSD pero con menor potencia; sus efectos tóxicos son también semejantes.

Psilocibina: se administra por vía oral o parenteral y se estima que sus efectos duran aproximadamente tres horas. Provoca congestión facial, salivación, midriasis y un cuadro psíquico psicodisléptico) similar al LSD. Sus efectos tóxicos son también semejantes a los del LSD.

Mescalina: también se absorbe por vía oral, su efecto comienza al cabo de un par de horas y dura alrededor de 10 horas. Provoca euforia, ilusiones, miedo, desdoblamiento de la personalidad, náuseas, salivación, taquicardia, hipertensión y midriasis (dilatación anormal de la pupila con inmovilidad del iris). Sus efectos tóxicos coinciden con sus acciones pero son de mayor intensidad.

Cannabis: de los derivados naturales, presenta dos principios activos (delta-9 y delta-8 tetrahidrocannabinol), pero existe también un derivado semisintético (synhexil o parahexilo). Se absorbe por vía inhalatoria en el 50-70% y presenta una absorción oral irregular. Presenta efectos psicológicos muy variables, euforia, desinhibición, despersonalización, aumento de la sociabilidad, hiperestesia (sensibilidad excesiva), ilusiones y alteraciones de la memoria, taquicardia, hipotensión, broncodilatación, alteraciones endocrinas y analgesia.
Dentro de sus efectos tóxicos destacan reacciones psicóticas agudas, alteraciones del comportamiento, confusión, pseudoesquizofrenia, síndrome amotivacional, alteraciones endocrinas, alteraciones de la espermatogénesis y bronquitis. Algunos derivados como la nabilona, se cree que pueden presentar aplicaciones terapéuticas, fundamentalmente como antieméticos (medicamentos que contienen el vómito).

Fenciclidina: es un alucinógeno atípico sintético que frecuentemente está como adulterante en otras drogas ilegales. El «polvo de ángel», su preparado más común, contiene entre un 50 y 100 % de la droga; se puede consumir por vía oral, inhalatoria (fumada) o intravenosa. Suele ser de uso esporádico, no se ha demostrado que produzca tolerancia ni síntomas de abstinencia tras su retirada, (existen casos de abuso y dependencia, más frecuentemente entre polidrogadictos, entre los que está aumentando su consumo).

En cuanto a la clínica, se sabe que dosis de 5 mg. producen agitación, incoordinación motora, taquicardia, hipertensión, analgesia, alteraciones de la percepción y del curso del pensamiento; dosis de unos 10 mg. pueden producir vómitos, hipertermia, depresión respiratoria y coma pudiendo producirse la muerte del sujeto. En casos de intoxicación, la clínica es similar a la del trastorno esquizofreniforme, que puede confundir el diagnóstico, (aunque el diagnóstico definitivo se hace por detección del tóxico en suero u orina, en donde puede persistir hasta 5 días tras el consumo).

La intoxicación, se trata de una urgencia médica que requiere tratamiento específico en UVI. En los casos de consumo crónico puede aparecer insomnio, anorexia, alteraciones de la conducta e incluso un trastorno psicótico crónico.

Síntomas

Hablaremos fundamentalmente del LSD, es una droga muy potente que se consume por vía oral y su acción puede durar hasta 18 horas (incluso dosis de 20 microgramos producen efectos físicos y psíquicos muy importantes).

En general, la clínica derivada de su consumo varía fundamentalmente según la dosis y la frecuencia de su utilización.
Según la dosis consumida, se sabe que a dosis bajas produce euforia, sentido de fanfarronería, alucinaciones visuales y brotes de ansiedad con labilidad (inestabilidad) del ánimo; dosis elevadas producen sensación de irrealidad con percepciones raras, como la sensación de caminar sobre nubes, ataxia (incapacidad de coordinar los movimientos musculares voluntarios), disartria (dificultad para la articulación de las palabras) , hipertonía muscular y, a veces, acciones irracionales y violentas. Dosis muy altas producen hipertensión grave, convulsiones y coma.

Según la frecuencia de su utilización distinguimos las complicaciones agudas del consumo de la droga que constituyen el llamado «mal viaje» y es la urgencia médica más frecuente por consumo de LSD; se caracteriza por intensa ansiedad y despersonalización, síntomas paranoides y alucinaciones típicamente visuales; lo habitual es que el cuadro agudo se resuelva en 8-12 horas. Es frecuente la aparición de cuadros de pánico en relación con las vivencias de disolución del yo y la percepción alterada del tiempo.

En casos de consumo crónico de LSD, se han visto también cuadros delirantes prolongados que pueden durar incluso meses; estos cuadros son prácticamente indiferenciables de las psicosis endógenas; se cree que probablemente se trate de auténticas psicosis esquizofrénicas desencadenadas por el consumo de esta sustancia en sujetos vulnerables, (se cree que son sujetos con predisposición personal y alteraciones cognitivas asociadas); en ambos casos, el abordaje terapéutico es similar.

Es necesario conocer dos entidades propias y específicas que se derivan del uso de estas sustancias, pues muchas veces, cuando aparecen, son las que nos permiten sospechar el consumo:

1- En primer lugar, el llamado «flashback» o trastorno perceptivo postalucinógeno, que consiste en la reaparición espontánea de los síntomas psíquicos del consumo de alucinógenos, sin una ingestión en ese momento y en algunos casos, mucho tiempo tras haberlo hecho; dura segundos, aparece en el 20 % de los consumidores y puede ser muy perturbador para el paciente.

2- Existe también el denominado síndrome amotivacional, que es el efecto desfavorable más importante provocado por los alucinógenos (en especial, en los derivados del cáñamo) y tiene gran repercusión social, especialmente en los adolescentes. Se caracteriza por una disminución del interés en todos los aspectos (relaciones sociofamiliares, estudios, trabajo,…). Es importante conocer bien su clínica pues si evoluciona puede ocasionar carencias irreversibles en estos sujetos.

Diagnóstico

Al contrario que en otras drogodependencias, no resulta fácil detectar qué pacientes son consumidores de alucinógenos, dado que su consumo suele ser esporádico y, además, no suelen aparecer síntomas de dependencia. La mayor parte de las veces, el diagnóstico se hace en los casos de intoxicación, pues éste es el motivo por el que se suele demandar asistencia médica.

Prevención

Respecto a las medidas preventivas, son en general similares a las utilizadas en otros casos de drogodependencias, con la diferencia de que en el caso de los alucinógenos, suele ser más frecuente el abuso que la dependencia. En cualquier caso, la prevención se hará desde los distintos niveles:

La prevención primaria se basa en la reducción de la oferta (legislación, represión del tráfico,…) y de la demanda (educación preventiva); en este último aspecto, se incluye la educación para la salud, que es un instrumento preventivo que no tiene por qué limitarse al medio escolar. La prevención secundaria se centra en la detección de casos y su tratamiento precoz.

Es evidente el papel fundamental de la atención primaria de salud en la prevención del consumo y sus complicaciones, pues desde este nivel de atención se puede intervenir con eficacia en el diagnóstico precoz de los casos y en su tratamiento, con el apoyo de la atención especializada si fuese necesario; en el caso de los alucinógenos, la derivación a dispositivos especializada se haría sobre todo en sujetos con patología psiquiátrica subyacente.

Tratamiento

El tratamiento de la intoxicación aguda consiste en la tranquilización del sujeto asociada a un tratamiento farmacológico con benzodiacepinas y en los cuadros más intensos con neurolépticos; cuando aparecen convulsiones, el tratamiento se hará con diazepam. En casos graves, recurriremos al lavado gástrico y a la acidificación de la orina (de este modo, forzaremos la eliminación por esta vía).

El tratamiento del consumo crónico será similar al de la psicosis esquizofrénica; se hará un tratamiento combinado con psicofármacos y psicoterapia y en muchos casos puede precisar ingreso en centros de atención especializada.

Consejos y recomendaciones

Para la intervención, es necesario tener presente tanto el médico como la familia, qué tipo de actividades terapéuticas y de manejo resultan útiles en estos sujetos; se pueden resumir en las siguientes:

Localización de los casos. Evaluación de los casos y diagnóstico. Establecimiento de los objetivos inmediatos y a largo plazo individualizados. Formulación de una estrategia de intervención con la participación del interesado y la familia. Solución de las complicaciones médicas asociadas al consumo. Modificación del comportamiento y hábitos previos. Prestación de los servicios necesarios de rehabilitación (médicos, psicológicos y sociales). Servicios continuos subsiguientes a la asistencia. Evaluación periódica de la eficacia de las actividades terapéuticas.

Enviado por Juan Carlos Mory

1 comentario

  1. Alejandro

    03/07/2012 at 06:51

    El presente artículo es un gran ejemplo de la desinformación. Les recomendaría tomar un libro de Farmacología y re-escribir lo expuesto.
    El mecanismo de acción de los alucinógenos, por estimular receptores serotoninérgicos de tipo 2, subtipo A, B y C (A y C especialmente) no admite el hecho de que se produzca adicción alguna. Que la estructura molecular permita el acople a otros tipos de receptores celulares, que ocasiones como respuesta una estimulación de otros centros nerviosos ligados con la adicción, nada tiene que ver con el efecto alucinógeno per se.

    Pésima información con intenciones de asustar y desinformar al público en general.

    Resultaría útil poder ver cual fué la bibliografía consultada.

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