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Cáncer de tiroides

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Descripción

El cáncer de tiroides es un tumor maligno que se origina en la glándula tiroides y del que existen cuatro tipos: cáncer papilar, cáncer folicular, cáncer medular y cánceres indiferenciado y anaplásico.

Los cánceres de tiroides, son frecuentes y, por lo general, no tiene una alta malignidad, siendo compatibles con una esperanza de vida normal si se tratan adecuadamente.

Además, hay que decir que la mayoría de los tumores de tiroides son benignos y, por tanto, cuando una persona se detecta un nódulo en el tiroides, aunque debe ser vista por el médico, en la mayoría de los casos lo que tendrá es un tumor benigno.

Causas

En muchos casos es imposible identificar una causa asociada a la aparición del cáncer en el tiroides. Se sabe, no obstante, que las personas expuestas a radiaciones, tienen una alta incidencia de estos tumores y esto se pudo demostrar después de las explosiones de las bombas atómicas de Japón o del accidente del reactor de Chernobyl, que produjeron un aumento notable del número de casos, especialmente, en niños.

Personas que por razones médicas han recibido irradiación en la cabeza, el cuello o en el tórax, tienen un mayor riesgo y presentan estos tumores con más frecuencia que la población general. Éste es el motivo de desaconsejar el uso indiscriminado de las exploraciones radiológicas a niños pequeños, pues el riesgo de presentar un cáncer, aumenta notablemente incluso 30 ó 40 años después de la exposición.

En estudios epidemiológicos, se ha demostrado que más de la tercera parte de las personas irradiadas en la infancia de forma intensiva, presentan tumores de tiroides de los que una parte son malignos.

En otros casos no es posible encontrar un antecedente de este tipo y, por tanto, se ignora la causa.

Hoy se sabe que una persona con un nódulo de tiroides, tiene más riesgo de que sea un cáncer si es joven y mujer (las mujeres tienen más frecuentemente cánceres de tiroides que los hombres). Cuando es un nódulo único, si ha aumentado de tamaño recientemente y de forma rápida, y cuando la consistencia es muy dura.

Síntomas

El síntoma más frecuente es la aparición de un nódulo duro que el paciente se palpa en el cuello o se observa al estirar la cabeza haciendo prominencia a través de la piel, en la parte anterior del cuello por delante de la laringe donde se sitúa la glándula tiroides.
En la inmensa mayoría de los casos, éste es el único síntoma, no apareciendo dolor ni afectación general.

En casos excepcionales, el tumor que no se ha detectado antes se manifiesta por las metástasis o siembras del tumor en otras partes del cuerpo como en pulmón, huesos o en los ganglios linfáticos del cuello. En estos casos los pacientes pueden tener pérdida de peso, cansancio, aumento de los ganglios linfáticos que se palpa en el cuello y ante pequeños traumatismos, en los lugares donde hay metástasis en el hueso, éste se fractura de forma patológica.

El cáncer papilar de tiroides que es el más frecuente (70% de todos los cánceres de tiroides) afecta sobre todo a mujeres y, especialmente, a mujeres jóvenes, siendo frecuente descubrir en sus antecedentes la exposición a rayos-X o radiaciones durante su infancia.

El cáncer folicular que es otro tipo, es menos frecuente (15% de todos), es más frecuente en personas mayores y también más maligno, extendiéndose por la sangre a otros órganos del cuerpo. También se detectan a veces antecedentes de exposición a radiaciones y también es más frecuente en mujeres que en hombres.

El cáncer medular aparece excepcionalmente y rara vez de forma familiar (en estos casos la enfermedad se transmite genéticamente de forma dominante autosómica a los hijos). Las células de este tipo de tumor, pueden producir sustancias como calcitonina que condiciona una alteración del metabolismo del calcio y de los huesos. Otras veces produce hormonas como prostaglandinas, serotonina, péptidos, etc., dando lugar a síntomas generales que se describen en el apartado de los tumores carcinoides.

El cáncer anaplásico, representa menos del 10% de todos los cánceres de tiroides y también afecta más a personas ancianas del sexo femenino. Esta clase de cáncer, crece muy rápidamente, puede producir dolor y su crecimiento rápido provoca la muerte del paciente en un plazo de tiempo corto.

Finalmente, el cáncer de tiroides indiferenciado, es una forma de cáncer muy virulenta que aparece en ancianos, su pronóstico aún cuando es malo se modifica con la administración de quimioterapia, a radiación y cirugía.

Diagnóstico

Para diagnosticar un cáncer de tiroides, generalmente se utilizan un conjunto de pruebas médicas complementarias, que permiten perfilar el diagnóstico, y que terminan siempre con la punción o la obtención quirúrgica de una muestra para la confirmación en el laboratorio al microscopio del tipo de tumor de que se trata.

La gammagrafía con isótopos radiactivos permite observar la forma del tiroides y cuando existe un cáncer, se observa en la imagen que el aparato registra una zona que no capta el isótopo, y que se corresponde con un nódulo llamado nódulo frío no funcionante.
La ecografía de tiroides, utilizando ultrasonidos, permite explorar la glándula tiroides, y localizar la existencia de nódulos, medir su tamaño, clarificar si se trata de una zona quística con contenido líquido o sólida, y detectar si existen calcificaciones o zonas de densidad distintas que pueden en muchos casos ser sugerentes de un cáncer.

Otra prueba útil, que estará indicada cuando se sospeche la existencia de un cáncer, es la realización de un PAAF (punción – aspiración con aguja fina), que es una prueba que consiste en pinchar el nódulo sospechoso con una aguja que tiene un fiador con el que es posible pellizcar una zona de tejido del nódulo sospechoso, y extraerla para su análisis al microscopio, de manera que pueda tipificarse el tipo de lesión de que se trata. Para aumentar la fiabilidad de la prueba y asegurarse que se ha pinchado la zona patológica, la punción es guiada mediante ecografía, aumentando así la sensibilidad y la fiabilidad de esta prueba.

El estudio del paciente se completará con la realización de radiografías de tórax, de todos los huesos en búsqueda de alguna metástasis (reproducción del padecimiento en otros órganos), y en algunos casos el PET (tomografia por emisión de protones), la resonancia magnética nuclear RMN o la tomografía axial computadorizada (TAC), pueden estar indicados para definir al máximo la situación concreta de la enfermedad en cada paciente.

Tratamiento

El tratamiento del cáncer de tiroides debe ser personalizado e individualizado en cada paciente dependiendo del tipo de cáncer, del tamaño y el grado de diseminación del mismo.

En el cáncer papilar, cuando el tumor es menor de 1,5 cm. se recomienda la extirpación del mismo, junto con la mitad de la glándula tiroides y administrar hormona tiroidea para suprimir la hormona estimulante del tiroides que fabrica la hipófisis, toda vez que se sabe que este tumor depende y es estimulado por la TSH (hormona estimulante del tiroides). Por este motivo estos pacientes recibirán de por vida una dosis de tiroxina en forma de pastillas, suficiente para anular la cantidad de esta hormona de la hipófisis.

Cuando el tumor es mayor o tiene una extensión difusa, está indicada la extirpación quirúrgica de toda la glándula tiroides y la eliminación, si fuera necesario, del tejido tiroideo residual administrando dosis suficientes para anular la de yodo radiactivo (Yodo131). Estos pacientes tienen buen pronóstico, aunque tendrán que ser seguidos toda la vida para descartar la recurrencia del tumor.

En el cáncer folicular, independientemente del tamaño, se requiere la extirpación quirúrgica completa de la glándula tiroides y la utilización, después de la cirugía, de yodo radiactivo para eliminar por completo cualquier resto de tejido tiroideo normal y canceroso que hubiera podido quedar a pesar de la cirugía. Como en el caso anterior, el paciente deberá ser seguido toda la vida y tratado con dosis suficientes de tiroxina para suprimir la estimulación de la hormona estimulante del tiroides (TSH) que se fabrica en la hipófisis.
El resto de los cánceres tienen un manejo similar, con algunas variaciones cuando se trata de cánceres medulares de carácter familiar hereditario o productores de hormonas y de sustancias vasoactivas.

En conjunto se puede resumir que el cáncer papilar y el cáncer folicular, incluso en fases diseminadas, tiene un tratamiento efectivo y compatible con una supervivencia normal, y en el cáncer anaplásico y el cáncer indiferenciado, más característico de personas mayores, tienen un pronóstico malo a corto plazo por ser menos efectivo el tratamiento que se utiliza en estos casos.

Enviado por Jesús Herrera

2 comentarios

  1. luis contreras cordova

    30/07/2010 at 02:30

    hola necesito saber si se puede sacar examen de despistaje de cancer de tiroides antes de que se presente los sintomas ya que existe antecedentes familiares espero su respuesta gracias…….

  2. fabiola

    17/06/2010 at 20:49

    hola yo quisiera saber si el cancer tiroideo se reproduce y debido a que por favor responda a mi correo necesito saber eso con urgencia gracias

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