Cómo afecta el estrés a la sexualidad

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Escenarios como la crisis económica, el desempleo y el vivir en un mundo cada vez más competitivo se han convertido en preocupaciones mayúsculas para la sociedad de hoy. Dichos factores generan secuelas adversas como el estrés, problema que ocasiona a su vez, el desmejoramiento de la plenitud sexual del ser humano.

De acuerdo al Instituto Peruano de Paternidad Responsable (Inppares), organización encargada de brindar información sobre salud sexual y reproductiva, las cifras son contundentes: más del 60% de las consultas para tratar algún tipo de disfunción sexual están ligadas a causas psicológicas y estrés, siendo solamente un 15% de origen biológico.

En tal sentido, la psicóloga Victoria Arteaga, sostiene que el estrés que se vive actualmente se convierte en el talón de Aquiles de la estabilidad emocional de toda pareja. Es así como se crean problemas en el lecho, que, si no son superados podrían llevar a la separación y el divorcio.

¿Cómo se manifiesta el estrés?

La profesional afirma que «el estrés engendra en el hombre y la mujer el desplome del deseo sexual, un marcado desinterés por la pareja y el resquebrajamiento del frenesí y la pasión, en plena relación íntima».

Esta disminución en el apetito sexual, ocasiona que la frecuencia de los encuentros se dilate y se rompa el hechizo de los primeros días, cuando ambos se buscaban para dar rienda suelta a sus desenfrenados deseos de hacer el amor.

¿Pero quienes son los que más se ven afectados por este problema: ellas o ellos? Si bien es cierto que los síntomas del estrés antes o durante la relación sexual son más notorios en el hombre , para la mujer la cosa no es tan simple y aparecen indicios que le dificultarán sobrellevar una relación placentera.

Cuándo ataca con fuerza

Con frecuencia, los casos de estrés afectan al varón durante la etapa madura (a partir de los 35 años), no sólo porque su capacidad sexual se reduce, sino debido a factores de su entorno, como el incremento de la carga laboral o la presión familiar, que lo ponen en alta tensión.

Además, en el caso del hombre, se debe recordar que es a partir de los 55 y 60 años -edades que coinciden con la andropausia- que se da la culminación de la etapa laboral. Lo primero hace que gradualmente disminuyan las hormonas sexuales, mientras que lo segundo genera estrés por fatalidad, por no saber a qué dedicarse y cómo mantener los ingresos económicos del pasado.

En cuanto a ellas, algunos especialistas aseguran que las mujeres, al alcanzar independencia laboral y ocupar puestos encumbrados, tienden a confundir su rol en las relaciones diarias en el trabajo con el encuentro sexual con su pareja. Esto hace que tiendan a adoptar un papel masculino y perturbar así su capacidad de placer y de alcanzar el orgasmo.

Asimismo, la doctora Arteaga no descarta que los jóvenes puedan ver su sexualidad afectada por el estrés. «Factores como la falta de empleo y oportunidades de estudio, así como la frustración que trae el consumismo son óbice para que chicos entre 25 y 30 años sufran los estragos del estrés», afirma.

Para levantar ese ánimo

Como se mencionó, el estrés ocasiona que la convivencia se vuelva tediosa hasta colocar la armonía al borde del precipicio. Para la psicóloga, una de los caminos para arribar a una solución es evaluar si la disfunción sexual tiene causas biológicas o psicológicas.

Si se descarta algún problema orgánico, recomienda las terapias de a dos, con la finalidad de hurgar por las causas que han ido deteriorando la relación de pareja. De acuerdo a los resultados, la persona afectada o ambos serán sometidos a terapias especiales, para desembarazarse del estrés.

De cualquier modo, es bueno saber que para hacer el amor se necesita relajación y deben abundar en el cerebro las sustancias químicas que generan la tranquilidad, el placer y la alegría. Lo que se debe buscar antes del acto es despejar todo tipo de alarma y nerviosismo, que es lo que produce la baja del deseo sexual.