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Cuando los hijos se van y los nietos se quedan

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Si algo identifica a las familias de hoy, es que papá y mamá deben volar del nido en busca del sustento para los hijos. Esto trae como consecuencia que los abuelos entren a tallar y frecuentemente cumplan el rol educador y orientador del hogar en reemplazo de los titulares ausentes.

Una de las causas del crecimiento paulatino de este fenómeno es que el espectro creciente de trabajo para la mujer se sigue ampliando, lo que ha terminado por quebrar la tradicional idea de que los hombres deben ir a la calle (a trabajar) y las mujeres quedarse en casa.

Otro factor, aparte del fallecimiento de los progenitores, para que los abuelitos se conviertan en padres por segunda vez, se da como un auxilio ante el aumento en el número de nacimientos en parejas jóvenes, inestables emocional y económicamente. Así, los abuelos se ven obligados a salir de sus cuarteles de invierno, para limpiar pañales, llevar al nieto al colegio o darle de comer papilla, como antaño.

Reacción opuesta

El impacto que produce esta repentina tarea en los abuelos no es el mismo en ambos sexos. Tanto ella como él tienen modos distintos de encararla cuando los padres se ausentan por largo tiempo o en forma definitiva.

Por variados motivos, muchas veces los abuelos deben encargarse del cuidado y la crianza de sus nietos. Es una obligación que requiere tiempo, fuerza de voluntad y mucho amor. Genera satisfacciones, pero también conflictos.

Al respecto, el psicólogo Dante Gazzolo señala que casi todas las abuelas consideran esta tarea como algo que demanda una gran cuota de sacrificio, pero a la cual acceden con gusto y buena gana, porque sienten que así serán útiles a la familia.

Con frecuencia, ante la ausencia de los padres, la abuela es la encargada de impartir las reglas de comportamiento, orientar en el aspecto moral, así como aconsejar y educar al nieto sobre lo bueno y lo malo del mundo en el que vive. «Una abuela tiene la ventaja de saber enfrentarse a las contingencias y las necesidades de sus nietos. A estas alturas, ellas ya no están experimentando, por lo que la educación que brindarán será más rápida y con menos dudas, aunque con algunas restricciones, como el diálogo que puedan sostener sobre sexualidad y otros temas algo dificultosos», afirma.

Sin embargo, en no pocos casos, esta respuesta de la abuela varía cuando habla con personas ajenas al ambiente familiar (lo que se conoce como doble discurso ). «En el círculo de amistades muchas dirán que el hacerse cargo de sus nietos les hará sentirse presionadas, y que les gustaría descansar de todo el trajín de vida que han llevado sobre sus hombros por tantos años», agrega el psicólogo.

En lo referente al abuelo, en la mayoría de casos su reacción es radicalmente opuesta. Según Gazzolo, frente a un niño o nieto, en el abuelo hay una disminución de su parte agresiva y una necesidad mayor de generar afecto. «Al haberse ocupado durante gran parte de su vida de salvaguardar la integridad afectiva, moral y económica de la familia, piensan que con los nietos al lado, su obligación es brindarles afecto a un cien por ciento, porque ya dieron todo lo demás», explica el profesional.

En tal sentido, el abuelo casi siempre se encarga de la parte recreativa en la crianza del nuevo nieto. Lo lleva al colegio, al parque de diversiones o juega con él al caballito en plena sala del hogar.

Abuelos «malcriadores»

Cuando por cuestiones laborales los papás están ausentes casi todo el día, pueden surgir algunas desavenencias con los abuelos, que tienen como ingrediente principal la malacrianza que fomentan hacia los pequeños.

«Con frecuencia, cuando los padres llegan a casa de noche luego de una ardua jornada laboral y advierten que el comportamiento del niño deja mucho que desear; la paz del hogar degenera en discusiones que terminarán por quitar autonomía y decisión a los abuelos respecto de sus nietos, lo cual podría tener repercusiones emocionales en los primeros», afirma el especialista.

Por ello, a fin de que el cuidado y la crianza de los nietos no desemboque en un mar de conflictos, el psicólogo sugiere a los padres encargar a los abuelos el cuidado de sus retoños, siempre y cuando, indagando antes, sepan si lo harán por voluntad propia, sintiéndolo agradable y viéndolo como algo generador de una expectativa de vida.

«Si en vez de ello, un adulto mayor cuida de sus nietos como un asunto forzado, simplemente por ser una buena madre o padre, y granjearse la simpatía del resto, a la larga, le puede traer muchos problemas, como depresión, estrés y sentimiento de culpa y de lo que se trata es de evitar que la unión entre los niños, abuelos y padres se vea perjudicada», finaliza el psicólogo.

Fuente: Dante Gazzolo. Psicólogo clínico especializado en gerontología. Jefe de extensión y proyección social de la Facultad de Psicología de la Universidad Ricardo Palma, Perú.

Enviado por Jorge Urbano

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