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Dejar de fumar no es imposible

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Para muchas personas, sobre todo en los países de América Latina, el cigarrillo todavía no representa el arma que en realidad es. Fumar allí todavía es símbolo de sofisticación y éxito, una imagen que la publicidad se ha encargado de asociar con el cigarrillo.

Sin embargo, los efectos del tabaco distan mucho de tanto glamour. Con por lo menos 43 sustancias químicas que producen cáncer, el cigarrillo puede ser tan adictivo como la heroína y la cocaína, y tan peligroso como para acabar con la vida de cualquiera.

En Estados Unidos, cada año mueren 430,070 personas como consecuencia de enfermedades relacionadas con el tabaco.

Según la American Cancer Society (Sociedad Estadounidense del Cáncer), fumar es la principal causa de cáncer de pulmón. De hecho, entre el 85 y el 90 por ciento de quienes padecen esta enfermedad son fumadores y la mayoría del resto han estado expuestos al humo de los demás (fumadores pasivos).

La American Lung Association (ALA) (Asociación Estadounidense del Pulmón), incluso es más gráfica: Uno de cada cinco fumadores muere prematuramente a causa del cigarrilo, de enfermedades del corazón, ataques de apoplejía, cáncer (de esófago, pulmón y páncreas) y enfisema.

Pero los daños que puede provocar no terminan allí. Fumar también ha sido asociado con una variedad de otras condiciones y trastornos, que incluyen infertilidad y úlceras pépticas.

Al fumar durante el embarazo se debe que entre 20 y 30 por ciento de los bebés nazcan con bajo peso, a que se presenten más de 14 por ciento de partos prematuros y 10 por ciento de recién nacidos muertos.

Los padres fumadores, además, exacerban el asma de sus hijos, incrementan la frecuencia de catarros e infecciones del oído y aumentan las posibilidades del síndrome de muerte súbita de sus bebés.

La buena noticia es que dejar de fumar decrece el riesgo de contraer cáncer de pulmón, ya que, con el tiempo, las células anormales desarrolladas por los químicos del tabaco, son reemplazadas por otras normales. El proceso es lento, pero en 10 años el riesgo disminuye a un nivel entre 30 y 50 por ciento menor. Y después de 15 años, el riesgo de desarrollar una enfermedad coronaria es igual al de quienes nunca han fumado.

En el corto plazo, la respiración mejora inmediatamente; desaparecen las manchas amarillas en los dedos, la tos del fumador y el olor del humo pegado a la ropa y se recuperan el sentido del gusto y del olfato.

GABRIELA ABIHAGGLE

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