Hoy existen muchos métodos que, de alguna manera facilitan dejar de fumar, pero esto no significa que hacerlo no sea un reto. Primero que todo es necesaria la fuerza de voluntad, la que se puede perder rápidamente.
Para empezar a convencerse de que el cigarrillo no es un buen aliado, se puede empezar por conocer o recordar las siguientes consecuencias que tiene el hábito de fumar cigarrillos:
Dejar de fumar provoca el síndrome de abstinencia. Afortunadamente, para superarlo existen tratamientos que pueden ayudar.
Estos factores quizás no servirán para tomar la determinación, porque dejar el cigarrillo es complicado. La necesidad que el cuerpo tendrá por la nicotina no será la única dificultad con la que se enfrentará un fumador: sus patrones de conducta diarios se asocian con el hábito de «aspirar y botar humo».
El doctor Edgardo Cruz Mena, médico broncopulmonar del Departamento de Enfermedades Respiratorias del Hospital Clínico de la Universidad Católica de Chile, explicó que las causas que hacen difícil dejar el vicio son:
«A la gente se le informa de los riesgos del cigarrillo en datos estadísticos y eso no produce un efecto real. El fumador cree que a otros les dará cáncer, no a él, hasta que se presentan daños en el organismo como consecuencia del tabaquismo», afirma el doctor Cruz Mena.
Es difícil tomar la determinación de abandonar el cigarrillo.
Un estudio realizado en Inglaterra demostró que una manera de combatir el tabaquismo es por medio de las consultas médicas. Fumadores que acudieron a un médico general fueron separados en cuatro grupos al azar y se les indicó dejar de fumar, pero de distintas formas. A unos se les sugirió, y a otros se les concientizó con folletos informativos y de un modo más estricto. Dependiendo de la información que se les entregaba, se pudieron ver porcentajes diferentes en el abandono duradero del cigarrillo.
Consulta sin ninguna intervención: 0,3%
Consulta con cuestionario sobre consumo del tabaco: 1,6%
Consulta, cuestionario y consejo simple: 3,3%
Lo anterior, más un instructivo y seguimiento planificado: 5,1%.
«Estos resultados son bajos en términos relativos, sin embargo, la eficiencia de estas medidas es potencialmente enorme, si se considera que se pueden aplicar fácilmente en millones de consultas», dice el doctor Cruz Mena. «El problema es que un gran porcentaje de los médicos maneja poco los riesgos del cigarrillo. Es muy corriente que el doctor le diga a su paciente: fume un poco menos, y eso no sirve para nada», agrega.
El especialista afirma que hay que poner énfasis en dejar de fumar. «Esto debe ser una indicación, como cuando se receta un remedio. Una gran prueba de que los médicos saben poco sobre el tabaquismo es que parte de ellos fuman y algunos lo hacen frente al paciente».
Aproximadamente un 12% de personas puede dejar de fumar sin ningún tipo de apoyo y entre un 30% y un 40% logra mantenerse sin fumar después de dos años de algún tratamiento concreto.
Los fumadores cuando deciden dejar el vicio, muchas veces se ven enfrentados al síndrome de abstinencia: deseos intensos de volver a fumar, irritabilidad, dificultad de concentración, dolor de cabeza, aumento del apetito, desórdenes de sueño o desánimo. Para este problema, la gran solución los tratamientos.
Para dejar de fumar existen cerca de 40 métodos, lo que quiere decir que ninguno es 100% efectivo. Para probar alguno, la persona debe descubrir si es adicto a la nicotina (el que fuma al comenzar el día, no aguanta una reunión sin fumar, incluso, lo hace enfermo en cama) o adicto sicológico (fuma porque se ve bien, es el típico fumador social).
Los tratamientos que tienen mejores resultados son:
«No es difícil dejar de fumar, lo complicado es tomar la determinación de hacerlo. Cuando se toma la decisión es bueno ponerse una fecha. Se recomienda cuando se tenga ocasión de cambiar de ambiente, por ejemplo, en las vacaciones», explica Edgardo Cruz Mena. «Además, es bueno que la persona sepa que puede tener reacaídas, lo importante es que éstas no lo hagan perder la esperanza».
Fuente: Dr. Edgardo Cruz Mena, médico broncopulmonar del Departamento de Enfermedades Respiratorias del Hospital Clínico de la Universidad Católica, en Santiago de Chile.
Por Loreto Lázaro