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Dietas genéticas

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Los avances en el campo de la nutrición se dirigen claramente hacia las dietas genéticas – interacción entre genes y dieta-. La investigación en genética y nutrición permitirá que dentro de un tiempo se puedan abordar factores de riesgo como la arteriosclerosis con dietas a la carta, conociendo con antelación si el individuo sobre el que se interviene responderá bien o no al régimen alimenticio, según se ha expuesto en el congreso de arteriosclerosis.

«En un plazo breve seremos capaces de identificar qué individuos son buenos o malos respondedores a una dieta con objetivos terapéuticos preestablecidos, como la prevención de la arteriosclerosis, la reducción de los niveles de colesterol, o el adelgazamiento», ha indicado Alfredo Entrala, de la Unidad de Lípidos del Servicio de Nutrición Clínica del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, durante su participación en el Congreso de arteriosclerosis, que concluyó el sabado en Jaca, Huesca.

Los denominados alimentos funcionales para compensar las posibles consecuencias de una dieta desequilibrada son, de momento, una alternativa. «La posibilidad de retirar nutrientes que puedan tener un efecto negativo y añadir otros con el efecto contrario abren una enorme expectativa para la prevención de enfermedades crónicas degenerativas, como el cáncer o las cardiovasculares». El especialista ha precisado que las modificaciones se pueden llevar a cabo en muchos alimentos con diversos objetivos para preservar la salud de la población.

«En nuestro país, ya disponemos de la leche funcional, en la que se ha retirado la grasa saturada y se han añadido ácidos grasos omega 3 y oleico. Dentro de poco también tendremos una margarina funcional. En el campo de los cereales, se está trabajando también en esta línea. Estos alimentos fortificados, no modificados genéticamente, son especialmente aconsejables para la población anciana que con frecuencia sufre cuadros de deficiencias, sobre todo de vitaminas».

Entrala ha añadido que los alimentos funcionales tienen cabida incluso en una dieta tan sana como la mediterránea. «Desgraciadamente, el concepto no es único, sino muy amplio, y hemos visto que no toda la población sigue a rajatabla el patrón. Si una opción es la de promover en ciertos sectores de la población la vuelta a la dieta tradicional, en otras, como en la población anciana, debemos recomendar los alimentos fortificados».

Dieta mediterránea

«La dieta mediterránea, caracterizada por una baja ingesta de grasas saturadas y un mayor consumo de ácidos grasos marinos y vegetales, ejerce un importante efecto protector cardiovascular, y reduce sensiblemente la tasa de recurrencias después de un primer infarto agudo de miocardio (IAM)», ha confirmado Michel Lorgeril, de la Universidad de Grenoble, en Francia, durante su participación en el congreso de Jaca.

El autor del denominado Estudio de Lyon ha demostrado científicamente por primera vez los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea para este tipo de pacientes. «Esta dieta debe ser el componente primordial de una estrategia global de reducción de los efectos de las enfermedades cardiovasculares, una de las principales consecuencias de la arteriosclerosis y principal causa de mortalidad en Europa».

Cambiar es fácil

Contrariamente a lo que se piensa, adoptar nuevos hábitos alimentarios y cumplirlos no es tan difícil, «siempre y cuando los pacientes y su entorno familiar sean instruidos y vigilados de forma facultativa», ha afirmado el especialista frances Michel de Lorgeril, autor del estudio de Lyon.

El experto ha añadido que durante la investigación que coordinó se comprobó que la prevención dietética y el tratamiento farmacológico tuvieron efectos beneficiosos adicionales e independientes. «El cambio de hábitos alimentarios no es incompatible con la toma de uno o dos fármacos prescritos», aunque ha recordado que «el único medicamento del ensayo que estuvo uniformemente asociado con una acción protectora ha sido la aspirina».

Enviado por Jorge Urbano.

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