Saludisima
×

El niño en la familia

Compartir esta páginaShare on FacebookShare on Google+Tweet about this on Twitter

El núcleo familiar es, para un niño, su mundo completo, cuando menos en los primeros años de su vida. Es la base de su seguridad, de su estabilidad emocional, y de su desarrollo en todos los aspectos. Es donde aprende sus primeras lecciones de amor, de principios y valores, de normas y preceptos, de relaciones humanas; es su modelo de realidad, y el terreno donde se forma y se establece buena parte de su personalidad futura. El contacto con los seres queridos es siempre una parte importante de nuestra vida emocional y elemento fundamental de nuestra condición de seres humanos.

Él, o ella, es parte de una familia desde el momento de nacer. No importa si esa familia es grande o pequeña; es su familia, y eso basta para él. Sabrá instintivamente que esas personas que lo rodean son especiales, y querrá formar parte de ese grupo y de ese entorno.

Por eso es bueno que incorpores a tu hijo o hija, desde que es un bebé, a las rutinas y horarios familiares. Deja que interactúe con el resto de los miembros de la familia, y que éstos le manifiesten su amor. Tu bebé se sentirá seguro y protegido, y aprenderá a manifestar sus sentimientos y a responder a las muestras de afecto.

¿Cuánto amor debemos darle a un niño? Como papás, todo el que podamos. Desde el imprescindible contacto físico, hasta el apoyo y la solidaridad. Desde una caricia hasta un «te quiero», dicho incluso aunque él o ella no entienda las palabras, por ser todavía muy pequeño. Entenderá el tono y la intención, y eso le hará sentirse feliz.

No teman «malcriarlo» al demostrarle «demasiado» amor. El amor nunca es demasiado. Estamos hablando, claro, del amor saludable, del que se prodiga sin cortapisas, y también del que está detrás de una medida disciplinaria.

Los niños son tremendamente perceptivos. Captan las corrientes subyacentes de amor o de hostilidad, de enojo o de alegría, de tristeza o de tranquilidad. Comprenden por instinto el lenguaje corporal y el tono de la voz, así como perciben cuando alguien cercano a ellos está preocupado o enfermo. Por eso son también muy sensibles al maltrato o a la indiferencia, que los marca de por vida, y a la sobreprotección (la otra cara de la moneda), que los hace inseguros y dependientes.

Como papás, deben dar a sus hijos todo el amor que sean capaces de brindarles, y también todo el respeto que se merecen. Corregirlos cuando se portan mal, apoyarlos cuando se equivocan, consolarlos cuando las cosas les salen mal. Y, sobre todo, hay que darles cierto grado de independencia; dejarlos que hagan sus propios esfuerzos y que cometan sus propios errores, y después enseñarles a aprender de la experiencia. El equilibrio es delicado: ¿hasta dónde termina la guía y comienza la sobreprotección? Eso, deberán decidirlo ustedes. Quizá se equivoquen en algunas cosas, porque no existe ser humano perfecto. Pero sí existen seres humanos felices y seres humanos infelices, y la misión de ustedes, como responsables de esa criatura, es darle todas las armas y los elementos para lograr su meta de realización, tranquilidad, felicidad y estabilidad psicológica y emocional.

Un hogar feliz, estable y libre forma seres humanos sanos, libres, felices y estables. Esa, es la regla de oro.

Cosas que debes saber:

– Como papás, ambos son importantes para su hijo o hija. Más allá de los roles tradicionales, y de la figura materna y paterna, que se pensaba balanceaban la personalidad de los niños, ambos deben transmitirle el mismo mensaje de fuerza, amor, independencia, ternura y valores.

– Es importante que tu esposo y tú se pongan de acuerdo en cuanto a la crianza y la educación de sus hijos. Que establezcan qué debe permitírseles y qué no, que tengan la misma idea y los mismos objetivos. Si uno castiga y el otro perdona, el que castiga se volverá el ogro, y el que perdona, el «padre barco». Ustedes deben mostrar, siempre, un frente común delante de sus hijos. Esto les transmitirá a ellos una sensación de coherencia y seguridad.

– Entre ustedes dos como pareja, debe aplicar esa vieja regla de oro que dice que la ropa sucia se lava en casa. Esto significa que deben procurar por todos los medios posibles nunca pelearse ni discutir frente a sus hijos. Ellos sentirán su seguridad resquebrajada, se sentirán temerosos y pueden comenzar a desarrollar problemas físicos o de conducta.

– Además de padres, deben ser amigos de sus hijos. Esto es fácil de decir y no tan fácil de conseguir, pero es algo absolutamente necesario, para que ellos consideren su hogar como un verdadero refugio, como un sitio donde pueden expresarse, donde son respetados y amados.

Enviado por Juan Carlos Mory

2 comentarios

  1. Juank

    07/02/2012 at 21:41

    El rol del niño está marcado básicamente por la experimentación y el aprendizaje.

  2. karla

    07/02/2012 at 00:02

    solo queiro saber que rol juega el niño en la familia

Agregar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*