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Emociones y pensamiento en el niño

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Hay una fuerte relación de la emoción con el pensamiento; es por eso que cuando nos sentimos emocionalmente alterados no podemos pensar correctamente, y tenemos incluso dificultad para concentrarnos. La perturbación emocional constante en el niño puede crear carencias en las capacidades intelectuales, influyendo en su capacidad de aprender y de relacionarse con su entorno. Estas alteraciones pueden ser detectadas en mediciones neuropsicológicas muy precisas, así como en la actividad descontrolada, la ansiedad y la impulsividad en el niño.

Esto se crea a través de circuitos emocionales que se forman en la experiencia desde la más temprana infancia, son aprendizajes emocionales donde se van produciendo esquemas de gustos y disgustos, de repulsión y de atracción. Goleman ha nombrado recientemente que «tenemos dos cerebros, dos mentes, dos clases diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional. El desarrollo normal del bebé necesita de la energía de ambos, sin privilegiar una forma de inteligencia sino promover que ambas interactúen, pues el desarrollo del pensamiento en el niño aumenta su capacidad emocional y viceversa».

Las cinco esferas de la inteligencia emocional

Las emociones actúan de manera esencial en las relaciones del niño con sus semejantes y es éste el ámbito en el que el niño entra en «contacto» con su mundo.

No sobra nombrar las cinco esferas de la inteligencia emocional, es decir, las formas en que actuamos con las emociones, pues sin ello no se entendería el campo de la expresión y manejo de las emociones:

1. Conocer las propias emociones: desde los 2 ó 3 años el niño puede distinguir algunas de sus emociones: cuándo está enojado, cuándo se siente triste, cuándo está feliz, cuándo siente miedo, etc.

2. Manejar las emociones para desarrollar la capacidad de llevarse bien con los demás, lo que le permitirá también reponerse con mayor facilidad de los contratiempos de la vida cotidiana.

3. El autodominio emocional, que sirve de base para otros muchos logros personales.

4. Reconocer las emociones de los demás para detectar lo que otros sienten o necesitan; esto favorece la comprensión, la comunicación, y el principio de empatía, que es la base de las relaciones sociales sólidas y duraderas.

5. Manejo de las relaciones: es la interacción con los otros, de una manera saludable y equitativa.

Enviado por Nerón Perroni

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