Infarto de miocardio es la obstrucción de una de las arterias que oxigena el corazón, que causa la muerte de una porción pequeña o grande del músculo cardíaco, también llamado miocardio.
La capacidad del corazón para mantener sus movimientos rítmicos y para seguir bombeando sangre dependerá de la magnitud del daño. Generalmente, si el problema comprometió más de la mitad del tejido cardíaco, se produce invalidez severa o incluso, la muerte.
El bloqueo de la arteria por un coágulo de sangre es la causa más común. Dicha situación se produce como una reacción a los ateromas o depósitos de colesterol que estrechan las arterias o ateroesclerosis. Otras causas menos comunes son la formación de trombos propios del corazón (que se generan en sus cavidades y se desprenden y viajan hacia las coronarias, obstruyéndolas) o espamos en las arterias coronarias, debido a sustancias o drogas vasocontrictoras como cocaína, nicotina o cafeína, entre otras.
Sus manifestaciones son variadas, puede ir desde síntomas casi imperceptibles a otros muy severos. Pero está comprobado que dos de cada tres personas manifiestan los siguientes síntomas en los días previos a sufrir un infarto.
Cualquier dolor al pecho opresivo, intenso, con sensación de falta de aire, sobre la cintura puede ser síntoma de un ataque cardíaco y ante él hay que acudir a un servicio de urgencia. Aún más si el paciente ya tiene antecedentes de enfermedades coronarias u otros factores de riesgo como: hipertensión arterial, diabetes mellitus, colesterol alto, tabaquismo, obesidad, sedentarismo y estrés.
Si el enfermo sufre una pérdida de conciencia espontánea será muy difícil saber si tiene un ataque al corazón. Por ello, conviene llamar rápidamente a un servicio de urgencia para que el paciente reciba atención profesional.
Enviado por Claudio Peternan