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La epilepsia puede ser controlada

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Desde niña Raquel había experimentado sensaciones «raras» y difíciles de definir; en una de ellas, en medio de la noche se incorporaba en su cama, con los ojos abiertos y la mirada fija en el vacío (episodios conocidos como «ausencias»); al ser interrogada por su madre, no respondía y minutos después volvía a dormirse. Los estudios médicos de aquella época no mostraban ninguna alteración neurológica.

A los 45 años, Raquel tuvo su primera convulsión. Varios estudios realizados confirmaron el diagnóstico de epilepsia. El neurólogo le recetó y dosificó la medicación adecuada y Raquel vive hoy una vida normal, sigue las indicaciones de su médico y en varios años no ha sufrido ningún ataque.

«La epilepsia básicamente es una descarga neuronal anormal, algo así como una revolución dentro del cerebro, ya sea focal es decir, en un área, o generalizada». Así lo expresó el Dr. Enrique J. Carrazana, respetado neurólogo y epileptólogo del Neurologic Center of South Florida. Sin embargo, él prefiere referirse a ella como «las epilepsias, porque refleja la cantidad de tipos y causas: traumas, tumores, drogas, alcohol, meningitis, hidrocefalia, infecciones y trastornos metabólicos, entre otros».

A través del tiempo, la epilepsia ha tenido un halo mítico y los pacientes han sufrido las consecuencias provocadas por el desconocimiento. Ya los egipcios la mencionaban en sus tablas y los griegos y romanos también la conocían; en el año 400 a.C., el médico griego Hipócrates reconoció que era un trastorno del cerebro y refutó las ideas de que los ataques epilépticos eran maldiciones de los dioses. «Todo lo que hacemos en nuestra sociedad tiene base, muchas veces, en conceptos muy primitivos, que no tienen razón alguna. Un ataque epiléptico es algo muy dramático, donde una persona cae al piso y empieza a temblar», expresa el Dr. Carrazana quien además es profesor asociado de la Universidad de Miami.

La neurología moderna nace recién a mediados del siglo XIX, entre otros, con el neurólogo británico John Highlings Jackson; empieza entonces la era moderna de la epilepsia, con una explosión de conocimiento médico.

¿Cómo se diagnostica?

Para diagnosticar la epilepsia hay varios pasos a seguir: el primero, es realizar una historia clínica del paciente. El médico puede luego indicar un electroencefalograma, estudio indoloro en el que al paciente se le colocan electrodos en el cuero cabelludo y luego una máquina registra, con líneas ondulantes, las señales eléctricas del cerebro.

Durante el ataque o entre uno y otro, esas ondas pueden mostrar configuraciones especiales. Pero este estudio no siempre muestra los cambios eléctricos, ya que estos pueden estar tan profundos que los electrodos no alcanzan a registrarlos. O quizás mientras se realiza el estudio, no haya ningún cambio eléctrico anormal en el cerebro.

Algunas otras pruebas médicas son la tomografía computarizada y la resonancia magnética; ambas realizan tomas radiográficas especiales del cerebro, en diferentes niveles, y mediante ellas se investiga si hay alguna masa, cicatriz o cualquier otro elemento causando ataques.

¿Puede prevenirse la epilepsia?

Hay ciertas causas de la epilepsia que pueden prevenirse; entre los países desarrollados y las naciones tercermundistas hay una gran diferencia en su incidencia, por factores como la sanidad, la higiene y la prevención de los parásitos.

El alcoholismo puede provocar crisis convulsivas de retiro del alcohol y muchos pacientes pueden desarrollar crisis espontáneas, es decir un proceso epileptogénico, después de varias crisis de retiro. Puede decirse que desde el punto de vista de esos pacientes, las crisis pueden prevenirse, según comentara el Dr. Carrazana, graduado de la Universidad de Harvard.

Indicó también que pueden tomarse precauciones en lo que respecta a traumas del cerebro. «Si uno va a montar bicicleta o motocicleta, debe ponerse un casco, porque un golpe en la cabeza puede resultar en una fractura y la incidencia de epilepsia es mucho mayor con fracturas o en menor escala, con golpes».

Además del alcohol y los traumas, el control de otros factores de incidencia tales como el infarto cerebral, la hipertensión, el colesterol y las drogas, también reducen el riesgo de epilepsia.

Síntomas

«Los más comunes, ya cuando el ataque epiléptico se ha generalizado, lo cual puede suceder desde un principio, es cuando a la persona le da una contracción tónica en todo el cuerpo, pierde el conocimiento, se pone rígido, cae al piso y luego comienza la fase clónica o sea, los movimientos repetitivos», expresa el Dr. Carrazana. «La otra parte es la convulsión que empieza con una crisis parcial, es decir, en un área del cerebro, como el área temporal, que se encarga de la memoria; la persona comienza a tener trastornos de la memoria o por unos segundos piensa que no está donde debe estar».

En otras ocasiones, el paciente no pierde el conocimiento, pero tiene sensaciones extrañas que afectan el gusto y el olfato.

Opciones de tratamiento

Los medicamentos no curan la epilepsia, pero permiten vivir una vida normal y activa; algunos pacientes no sufren más ataques y otros los tienen con menos frecuencia. Pero es muy importante tomar los medicamentos siguiendo las indicaciones de su médico.

En los últimos 25 años, la medicina ha hecho grandes progresos en términos de medicamentos – este año saldrán al mercado tres nuevas drogas, oxcarbazepina, levetiracetam y zonisamida – y para el futuro se proyectan nuevos medicamentos.

Otro innovador tratamiento es el estimulador del nervio vago. De acuerdo con lo expresado por el Dr. Carlos Ramírez-Mejía, neurólogo del Neurologic Center of South Florida mediante una cirugía relativamente menor, el estimulador vagal se coloca en el pecho o debajo de la axila, igual que un marcapaso para el corazón y el cable que lo conecta con el nervio vago, que va bajo la piel, manda estímulos eléctricos continuos. El neurólogo se encarga de programar el estimulador.

En algunas personas, este dispositivo disminuye el número o la frecuencia de ataques epilépticos, en otras, los controla y es una alternativa para quienes no responden al tratamiento con medicamentos o para aquellos que tienen las convulsiones bien controladas, pero sus efectos colaterales son tan severos que afectan el diario vivir de una persona.

«Los conceptos de estimulación eléctrica del sistema nervioso para prevenir convulsiones, existen desde hace tiempo, pero en los últimos tres o cuatro años se han vuelto más populares», finaliza el neurólogo Ramírez-Mejía.

La epilepsia también se trata con cirugía, pero ésta se considera como última opción, cuando los otros tratamientos han fallado y el paciente tiene un gran número de convulsiones diarias.

Primeros auxilios ante un ataque de epilepsia

Estas medidas tienen como propósito proteger la seguridad de la persona hasta que pase el ataque:

  • Si no conoce a la persona, busque alguna identificación médica.
  • Protéjalo de peligros a su alrededor, retirando objetos punzantes o peligrosos.
  • Aflójele el cuello de la corbata o la camisa.
  • Coloque algo suave bajo su cabeza – una almohada o una prenda de ropa doblada.
  • No trate de ponerle nada duro en la boca, ni quiera sujetarle la lengua, ya que ésta no puede tragarse.
  • Evite darle líquido durante o inmediatamente después de un ataque.
  • Póngalo de lado para facilitarle la respiración.
  • Inspírele confianza cuando vuelva en sí.
  • Si el ataque es prolongado o se repite poco después del primero, llame una ambulancia.

CRISTINA JURI ARENCIBIA

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