Hank Barreto viene de una familia de dentistas. Su padre, Enrique, es dentista y todavía ejerce en Nueva York. Y su abuelo, del mismo nombre, era dentista también. De aquéllos que para alcanzar a sus pacientes allá en Cuba iba «montado a caballo».
«Entonces se cambiaban empastes por gallinas», recuerda su nieto, que obtuvo su doctorado en Farliegh Dickinson University en Nueva Jersey.
Pero no es por haberse educado en estos tiempos que los empastes o ciertos métodos que emplea con sus pacientes no sean los mismos que aquéllos que su abuelo empleaba. Y aunque siempre se ha sentido «muy conectado» con él, sus primeros recuerdos era jugando en los gabinetes de él. «Pero haciendo todo lo que se dice que no se debe hacer: como jugar con la pelotica de mercurio que se emplea como amalgama con otros metales para los empastes».
Barreto es uno de los pocos dentistas que ha dejado de usar esas amalgamas de plata para los empastes, en donde el 50 por ciento de ellas es de mercurio: «una de las sustancias más nocivas», dice, «pues aumenta la carga tóxica que ya tenemos en el cuerpo».
El es de los que asegura que no pondrá nada en la boca del paciente que impacte de forma negativa su salud. «Tengo hacia mi carrera un enfoque holístico», explica.
Suena extraño; pero es así. Barreto es de los pocos dentistas que emplean la filosofía holística de que la salud de la boca está en relación directa con la salud de todo el cuerpo. Tenía nueve años cuando llegó a Nueva Jersey y allí estudió como cualquier niño; pero cuando se decidió por la odontología pensaba que sería un dentista tradicional como su padre.
«Cuando estuve en la universidad tuve la suerte de tener profesores muy interesantes; eran personas que tenían una filosofía bastante de vanguardia», dice. Y cuando comenzó a aprender cómo funcionaba su cuerpo vio que era necesario -como vivimos «en un ambiente, en una dieta, en un ritmo de vida nada favorable para nuestra salud y bienestar»-, compensar ese desbalance.
Desde los primeros años de su carrera dice que comenzó a cuidar su cuerpo, «tomando vitaminas, suplementos alimenticios. Quizás pudiera llamarse vanidad, porque quería también lucir bien». Pero le tomó ocho años encontrar el camino para utilizar lo que estaba aprendiendo sobre cómo mejorar la salud a través de su profesión, sin necesidad de seguir a pie juntillas los métodos tradicionales.
«A uno le dicen que -hablando de dentadura- si se tiene sensibilidad dental, se debe usar un dentrífico que se la quite». En este caso, explica, lo que se trata es el síntoma y no la causa que lo provoca.
«Lo que hay que buscar es encontrar la causa del problema». La diferencia con otros dentistas radica en que él comienza haciendo un examen de la sangre del paciente para ver a qué material dental es alérgico ese paciente. Para saber cuál usar en su boca. Y en esa primera hora a hora y media con su paciente, le chequea hasta los niveles de vitamina C en sus tejidos. «En la lengua se añade una gotica de un compuesto que cambia de color; y a partir del tiempo que se demora en variar el color se saben los niveles de vitamina», explica.
Típicamente, continúa, cuando se ve un paciente con deficiencia de esa vitamina, presenta también problemas periodontales y más incidencias de caries. «Trato de buscar el modo de darle los suplementos que necesitan». La primera visita, en conclusión, es para acumular la mayor cantidad de información sobre el paciente.
«También son importantes los niveles de zinc que tiene en el cuerpo; que se miden también en la lengua con otra sustancia que le da cierto sabor a la persona, reflejando más o menos su ausenca o presencia en el organismo». Pero hay más : «le medimos hasta la carga eléctrica dentro de la cavidad bucal, debido a la diferencia de los metales empleados en previas restauraciones».
Pues dice que le llamó la atención que muchas veces las cargas eléctricas -por las diferencias metálicas en las piezas colocadas -, provocaban problema periodontales, hasta con pérdida de hueso. Así como notó que la pieza que descarba electricidad no aparecía muy saludable.
Se han hecho investigaciones, asegura, sobre problemas neurológicos provocados por descargas eléctricas bucales a lo largo de los años. «Es que no hay que dejar de pensar que nuestro cuerpo es una entidad eléctrica. Todo esto causa una interferencia con la función normal de éste».
Aunque se interesó desde su juventud por los métodos de cura naturales, no fue sino hasta hace cuatro años, cuenta, que seriamente se dedicó a buscar métodos alternativos para su profesión. «Los mismos pacientes me preguntaban por qué le ponían metales, no porcelana». Entonces se fue por todos los Estados Unidos buscando información sobre la medicina alternativa: medicina herbolaria, medicina china.
Barreto, miembro del Holistic Dental Association, trabaja en conjunto con quiroprácticos, acupunturistas, herbolarios y nutricionistas.
«Trabajo con quiroprácticos; porque hay mucha relación entre problemas de la mandíbula, la mordida y los problemas del balance de la columna vertrebal», explica. Puede haber dolores musculares faciales debido a los problemas cervicales producidos en un accidente, explica.
Hasta a la hora de hacer limpiezas bucales usa su higienista -con 25 años de experiencia- antisépticos compuestos de hierbas; sin alcohol ni químicos. «Restaura y vigoriza la armonía natural de su boca».
Otra de sus características como dentista holístico es que a la hora de hacer root canals emplea un material de óxido de calcio, aprobado recientemente por el FDA. «No es tóxico y ha demostrado ser efectivo en un ciento por ciento en eliminar los gérmenes en los dientes».
Y por supuesto, insiste, usa materiales no metálicos, con colores naturales «generalmente esos se emplean para restauraciones cosméticas de piezas delanteras. Pero cuando se usan para trabajar entre las piezas posteriores, se hace más difícil para el dentista. Y cuesta su trabajo aprender a hacerlo bien». Pero él los prefiere al mercurio; aunque eso sí, el costo es mayor.
Y aunque rompiendo con una larga tradición, aquel mercurio con que tanto jugó en su infancia, Barreto ya no lo usa en la boca de sus pacientes. «Estoy contento de haber seleccionado este tipo de metodología holística en mi profesión».
MIÑUCA VILLAVERDE