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Queremos dormir toda la noche!

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Nacemos, crecemos y traemos hijos al mundo sin saber a ciencia cierta qué esperar de un bebé.

Por supuesto, todos los amigos que ya pasaron por la experiencia, te adelantan el futuro mientras aún estás en el hospital, reponiéndote del parto: noches de insomnio, cólicos, y vómitos por doquier, dicen. Y esto es sólo para principiantes. Luego, te esperan los terribles dos años. Y te quedas mirándolos, incrédula.

Lamento decirte que todo lo malo que otros padres te puedan llegar a contar acerca de criar un hijo es, básicamente, cierto. Sin ir más lejos, una cálida mañana de verano me encontraba sentada en el jardín de mi casa, dispuesta a desayunar junto a mi hijo de tres años, cuando comenzó a gritar a viva voz que quería vaciar el frasco de mermelada y llenarlo con su té con leche. «¡Quiedo tomad del fdasco de medmedada!«, gritaba, despertando a todos los vecinos que residían a 5 km a la redonda.

La vida con niños no es nada sencilla. Pero qué lindo es contarle a otros lo que nos pasa. Muchas de esas historias no resultan divertidas cuando suceden, pero las disfrutamos cuando las contamos. Recuerdo las mañanas en las que me pasé buscando mi ropa interior limpia para encontrarla escondida detrás de los almohadones de un sillón, o las que me la pasé cosiendo el disfraz de lechuga o princesa árabe, y debatiendo acerca de si me iba a dar por vencida y permitir que tomara el bendito té del frasco de mermelada que yo, sí, yo, debería vaciar. Hubo días en los que descubrí que me había ido a trabajar con dos zapatos diferentes, y allí me di cuenta de que jamás podría llegar a pasar por una persona normal – jamás.

Fue entonces que decidí dar a conocer las causas de mis desgracias. Comencé a contarles a todos en la oficina qué me había pasado esa mañana. Les conté del día en que tuvimos que buscar la foto de la escuela para pegarla en la pecera del caracius porque se suponía que el pez se sentía muy solo cuando nosotros no estábamos. Les contaba de mis sobornos con golosinas, los cuentos antes de irse a dormir que sólo a mí me daban sueño, y las discusiones sobre sexo a todo volumen en restaurantes de comida rápida.

Afortunadamente, después de mucho tiempo descubrí que había más gente como yo, que trataba de sobrevivir las delicias de la paternidad, que vivía situaciones ridículas y desconcertantes sólo porque una vez se le ocurrió que quería tener niños. La verdad es que nadie sabe cómo hacer para callar los gritos de un niño e irse a dormir de una vez, o cómo razonar con un niño de tres años que quiere irse a dormir con un martillo a la cama. La vida con niños nos depara risas y promesas, sí, pero eso no quiere decir que por lo menos tres veces al día quieras tirar la toalla y unirte a la Legión Extranjera.

Cuando escuchamos a otros padres contarnos que sus hijos duermen toda la noche desde que tienen siete días, o que comen solos desde los dos años, o que saben pedir todo con un “por favor”, yo no les creo. Porque compiten con nosotros en tener los mejores hijos a la vista del público en general. Y ese tipo de anécdotas no me sirvan para ser mejor madre, sino para angustiarme y creer que soy la peor progenitora del mundo. Yo sé en realidad que no soy la única mujer cuyos hijos duermen en intervalos de 15 minutos, cada 2 horas, o que antes de recibir visitas en casa desparramaron el rollo de papel higiénico por todo el living.

La verdad de la paternidad, sin ponerse demasiado catedráticos, es que ninguno de nosotros cree tener la verdad absoluta. Creemos que se aprende sobre la marcha. Algún día, amigos, nuestros hijos habrán crecido. Y nosotros habremos sobrevivido a esta etapa de sus vidas.

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3 comentarios

  1. OLIVIA

    16/02/2010 at 19:41

    a mi en lo particular me preocupa mucho la educación de mi hijo el tiene 6 meses y antes de los 2 meses duerme en su cuna pero aveces lo pasamos a la cama con nosotros y ahora quiere dormir en la cama, tiene pocos dias que pide la leche llorando , nunca lo hacia, tendremos la culpa nosotros, no se duerme si no me esta agarrando mi mano. gracias

  2. hernan y paola

    16/02/2010 at 19:39

    gracias por hacernos sentir mejor nosotros apenas estamos pasando por el sexto mes de embarazo dios nos ampare¡¡¡ mi hermana comenta que la maternidad es una enfermedad que dura nueve meses y la convalecencia dura toda la vida

  3. Bélgibes

    16/02/2010 at 19:39

    Cierto, nadie nos prepara para ser padres, y esa tarea nunca termina, aunque tus hijos ya sean mayores y casados.

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