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Viajar con tu bebé

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Lejos quedaron aquellos días en que podían irse de viaje o de paseo cuando y dónde querían, sin más equipaje que una maleta improvisada. Ahora que hay bebé en casa, todo tiene que ser programado. ¿Necesitas algunas sugerencias? Aquí las tienes.

Consejos para salir de viaje con el bebé

Plan calmado. Olvídate de itinerarios apretados, tipo visita a ocho ciudades en tres días. Tu pequeño no tiene la misma resistencia, y puede cansarse y aburrirse con paseos largos, en donde hay que caminar mucho. Y desde luego, tendrán que ir a un lugar que sea atractivo para él, o para ella.

Lleva todo lo que él o ella necesite. Estamos hablando de ropa adecuada, y en suficiente cantidad, porque los niños suelen ensuciarse con gran facilidad. Uno o dos juguetes preferidos, libros de cuentos, colores, la silla adecuada para el automóvil, bloqueadores para el sol, toallitas húmedas y un muy, pero muy completo botiquín de primeros auxilios, con vendas, desinfectantes, antidiarreicos, antihistamínicos, analgésicos, descongestionantes, pomadas contra los golpes…

Prevenciones médicas. Es mejor que el pediatra cheque al pequeño antes del viaje; si está enfermo, más vale dejar el plan para después. Si está tomando alguna medicina, asegúrate de llevarla en suficiente cantidad.

Reservaciones a tiempo. Ahora no es cosa de llegar y a ver a dónde nos quedamos; llevan una criatura con ustedes, que necesita de un buen alojamiento, que sea cómodo y sobre todo, seguro.

Viajes por carretera. Lo mejor es que los viajes por carretera no sean demasiado largos. Si el sitio elegido está muy distante, hagan el viaje por etapas, deteniéndose a descansar por la noche.

No lo pierdas de vista. Tu inquieto preescolar seguramente tiene espíritu aventurero, y eso puede ser peligroso. Manténlo siempre cerca de ti, no solamente a la vista, porque puede alejarse o caerse en un segundo sin que te dé tiempo de reaccionar.

Educación ante todo. Transmíteles educación y buenos modales desde el principio. Acostúmbralo a no gritar, a no correr por el restaurante (se arriesga, entre otras mil cosas, a chocar con un mesero que traiga en las manos algo caliente que caerá sobre el niño), a estarse quieto en la mesa sin acostarse en las sillas. Una criatura bien educada, a la que no hay que estar corrigiendo todo el tiempo, hará el viaje o el paseo mucho más placentero.

Enviado por Deny Torres

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