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Bañar al bebé

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Para un bebé sano, es recomendable el baño diario desde el mismo día en que llega a casa. No existe ninguna indicación médica para efectuarlo a ciertas horas, así que puedes realizarlo a la hora del día en que te sientas más tranquila. Si sales mucho de tu casa con el bebé, quizá prefieras bañarlo en la noche, mientras que si tienes otros hijos mayores, tal vez te acomode hacerlo mientras ellos están en la escuela. La decisión es tuya.

Consejos para el bañar al bebé

Para bañar a tu bebé, puedes utilizar cualquiera de estas tres técnicas:

Baño de regadera de teléfono. Es el más aconsejado por los pediatras, ya que es el más rápido y sin ninguna complicación. Es importante que la temperatura del agua sea agradable, ni demasiado caliente ni demasiado fría.

Baño de inmersión. Este tipo de baño es el más común y es el que los recién nacidos disfrutan más. Sin embargo, no todos los pediatras lo recomiendan, ya que puede llegar a producir infecciones urinarias.

Baño de esponja. Consiste en asear al bebé sobre una toalla, con una esponja. Conviene utilizar una para la cara y el cuello, y otra para el resto del cuerpo.

Buenos consejos para bañar el bebé

La habitación en donde se realice el aseo del bebé debe estar a una buena temperatura ambiente (de 22º a 24º grados centígrados), y no debe haber en ella corrientes de aire.

Es recomendable asolear a tu bebé, ya que toma del sol la vitamina D al sintetizar los rayos ultravioleta (recordemos que la vitamina D no está presente en cantidades suficientes en la leche materna ni en las fórmulas). Debe recibirlo directamente y no a través del vidrio de la ventana, por espacios muy cortos en un principio (de 3 a 5 minutos), y poco a poco ir alargando el tiempo. De preferencia, asolea a tu bebé a mediodía, que es cuando hay mayor cantidad de rayos ultravioleta.

Durante el baño de regadera o el de inmersión, cuida de sostener firme y suavemente al bebé todo el tiempo. La mejor forma de hacerlo es pasar uno de tus brazos por su espalda, cuidando de sostenerle la cabeza, mientras que con la mano libre procedes al aseo.

Para limpiarle los ojos, utiliza una bolita de algodón humedecida con agua, una para cada ojo. Limpia de adentro hacia fuera, comenzando por la parte del ojo más cercana a la nariz.

Por ningún motivo hay que meter objetos en sus orificios. Para limpiarle las orejas, utiliza un cotonete humedecido (sí, uno para cada oído) y limpia con suavidad todo el pabellón auricular, cuidando de no introducirlo por el oído. En seguida, sécalo con una toallita limpia. En cuanto a la nariz, se procede de la misma forma, pero realmente no es necesario limpiarla a menos que haya un exceso de mucosidad. Para hacerlo, aplica una o dos gotas de suero fisiológico con un gotero en cada fosa nasal, y extrae la mucosidad con una pera esterilizada, especial para eso.

No es necesario lavarle el cabello al bebé durante los primeros días de su vida. Sin embargo, hay que peinarlo, no sólo para que se vea muy guapo o muy bonita, sino también porque el masaje que proporciona el cepillo al cuero cabelludo es bueno para el bebé, y elimina el polvo y las células muertas que se hayan podido acumular ahí.

Es importante tener cuidado con la limpieza de los genitales. Si es una niña, debes pasar una esponja húmeda de adelante hacia atrás, para evitar posibles infecciones vaginales (si lo haces de atrás hacia delante, podrías llevarte bacterias del ano hacia la zona de la vagina); hay que separar los labios de la vulva para comprobar que está limpia por dentro. Si tu bebé es un niño, y no está circuncidado, no debes retirar el prepucio, basta con que limpies esa zona con cuidado y meticulosidad.

Procura utilizar jabones neutros y suaves, y el campú para bebés, ya que éste irrita menos los ojos del pequeño.

Enviado por Grecia Alemán

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