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Bebés: figura materna y paterna

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Algunos patrones de conducta que la madre o el padre construyó con su madre tienden a repetirse, pero algunas madres y padres consiguen cambiar el estilo rompiendo la continuidad generacional, y convirtiéndose en los padres seguros de hijos seguros, conscientes de experiencias infantiles insatisfactorias y modificando sus modelos mentales, afectivos y conductuales. Conviene que los padres reflexionen sobre sus estructuras emocionales para ser conscientes de qué modelo de emociones proponen a sus hijos.

Es aceptada por todo el mundo la importancia de la figura materna en el desarrollo del niño, no sólo en la alimentación, sino en proporcionar seguridad, estímulo y afecto. En los primeros meses de vida, el bebé está principalmente en contacto con la madre, pero no vive aislado con ella. Se encuentran ambos en un contexto social que puede incluir al padre, hermanos, abuelos, etc., en donde el papel de todas estas personas influye sobre el niño y en el estado de la madre.

Recientemente se han empezado a producir cambios en las ideas de muchos psicólogos, que han prestado atención al papel que desempeña el padre. Esto se ha visto en los cambios sociales en donde el padre está cada vez más implicado en el cuidado de los hijos. Tradicionalmente, el padre era el responsable de la disciplina y de la socialización, específicamente. Dentro de la teoría psicoanalítica de Freud, la figura paterna es un elemento de constitución del súper yo. Diversos estudios han revelado que el padre tiene tanta capacidad como la madre para interactuar con el niño en muchos aspectos de su desarrollo desde que nace.

La relación del padre con el bebé es más indirecta que con la madre, misma que es muy intensa, por su cercanía. El padre tiene que empezar a construir la relación con el bebé con menos elementos para familiarizarse como alguien que llegó, como alguien que no estaba.

Parke señala que desde un principio se establece una diferenciación de funciones: la madre se ocupa de la alimentación y el cuidado general, mientras que el padre tiene mayor participación en el juego. Se ha detectado que el padre dedica el 40 % del tiempo que está con el bebé a jugar con él y la madre el 25 %. El padre hace juegos físicos, más violentos con el bebé, como cuando lo agita o lo lanza al aire. La madre utiliza más objetos y lenguaje en sus juegos con el bebé. En general, ambos padres, en la sociedad occidental, mueven más al niño y vocalizan más con la niña.

Enviado por Grecia Alemán

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