La brucelosis, también llamada fiebre ondulante o fiebre malta. Se trata de una zoonosis (que a veces se transmite al hombre directamente o por artrópodos-tipo de animales invertebrados). Una de las formas de contagio es por contacto directo cutáneo-mucoso con animales infectados y sus secreciones, ésta es la forma más común de contagio hoy en día en países desarrollados (enfermedad profesional de ganaderos, veterinarios…). También se contagia por ingerir leche de vaca o derivados y otros productos contaminados, forma corriente en países no desarrollados. Otras vías de contacto posibles son la aérea (aerosoles infectantes, por ejemplo los producidos durante el parto), la conjuntival o la inoculación.
La brucelosis es una enfermedad endémica en España ya que el número de casos detectados en este país está dentro de los límites habituales de expectativa calculada, siendo este país el primero en la Comunidad Europea.
Es más frecuente en el mundo rural y las comunidades más afectadas en nuestro país son: Castilla – León, Castilla – La Mancha, Aragón, Extremadura y Andalucía. Se trata de una enfermedad de declaración obligatoria nacional (EDO), las tasas más altas de declaración corresponden a primavera y principios de verano, probablemente en relación con las etapas de reproducción de los animales (partos).
Es una infección producida por una bacteria (cocobacilo gramnegativo). Las especies tienden a afectar a un determinado animal; así podemos enumerar, por orden de virulencia : en el ganado caprino la Brucela mellitensis, en los cerdos la B. suis, en las vacas la B. abortus, en los perros la B. canis. La B. mellitensis es la causa más frecuente en el mundo (ovejas).
La bacteria penetra por la mucosa intestinal o por la piel (según contagio, la forma más frecuente es la cutánea especialmente en pastores, veterinarios…) y llega por los linfáticos a distintos órganos (hígado, bazo, médula, ganglios). Puede invadir y permanecer dentro de las células, por ello es importante conocer las defensas que tiene el enfermo en ese momento para el control de la infección.
Diferenciamos dos cuadros, la brucelosis aguda y la crónica según el periodo de presentación. El periodo de incubación, suele durar unas tres semanas.
Es la forma más frecuente. Puede tener comienzo insidioso (grave), con síntomas inespecíficos, malestar general, sudor nocturno (suele aparecer de madrugada y huele a ¿paja podrida»), cansancio, cefalea, fiebre (es ondulante, no constante, la primera onda febril dura 20 ó 30 días, sigue una semana sin fiebre y aparece nueva onda más corta), dolores articulares, hepatoesplenomegalia (aumento palpable del hígado y el bazo en un 30% de los casos), adenopatías (enfermedad de las glándulas).
La tríada típica consiste en fiebre, sudoración profusa y dolores vagos.
Tiene una evolución mayor de un año. Puede afectar a distintos órganos, siendo frecuente el dolor lumbar, afectación vertebral, incluso puede simular una ciática aguda, también puede producir afectación articular dando lugar a artritis a distintos niveles. Puede afectar al sistema nervioso (meningitis, encefalitis), al sistema génito-urinario (epididimitis, endometritis), al corazón (endocarditis), etc…
El diagnóstico de certeza se realiza mediante técnicas de laboratorio. La técnica más específica sería cultivar una gota de sangre del enfermo en un medio específico (Medio de Ruiz ¿ Castañeda) esperando el crecimiento de la bacteria, pero este es lento y no siempre positivo por lo que se emplean técnicas serológicas, que son las que utilizan el suero del paciente. Estas pruebas detectan niveles elevados de aglutininas frente aglutininas o anticuerpos defensores que crea nuestro sistema de defensa y reaccionan contra la bacteria mediante la llamada ¿sero aglutinación» que se identifica en el laboratorio y que estandariza títulos, siendo positivo un título > 1:160 y comprobando el seguimiento de la enfermedad según los distintos títulos.
Mediante la llamada Prueba de Coombs se detectan anticuerpos no aglutinantes, siendo positiva a partir de 1/40. Se aconseja asociar esta prueba a la seroaglutinación. El test de Coombs es la prueba que persiste más tiempo, incluso años positivos en la Brucelosis curada.
Ya que se trata de una enfermedad infecciosa de animales, que a veces se trasmite al hombre, las medidas más importantes de prevención van dirigidas a éstos y a su medio de crecimiento y desarrollo, así se tomarán los siguientes cuidados:
El tratamiento es farmacológico. Existen varias pautas antibióticas (la pauta más frecuente es doxiciclina vía oral más estreptomicina intramuscular) mereciendo especial cuidado la mujer embarazada donde algunos fármacos están contraindicados.
Suele tener buena repuesta al tratamiento antibiótico, siendo las complicaciones más graves la meningitis y la endocarditis (causa más frecuente de muerte en enfermos con Brucelosis) que requerirán especial vigilancia. La mayoría de los pacientes se recupera sin secuelas si se diagnostica con rapidez y se le administra tratamiento adecuado.
Enviado por Juan Carlos Mory