Emocional:
Comes cuando estás triste o deprimida. Esto es peligroso en el embarazo, porque es posible que tengas periodos de depresión, y si comes sin control puedes subir enormemente de peso.
Racional:
Comes lo que te conviene, y no eres muy afecta a la comida chatarra o, cuando menos, sabes controlarte para no abusar. No tendrás problemas en hacer una dieta balanceada durante tu embarazo.
Estresada:
Ganar peso es una preocupación constante para ti, y continuamente te sometes a dietas. Si un día comes «de más», sientes una gran culpabilidad, y te matas de hambre al día siguiente. El secreto está en consultar a un nutriólogo, para que te enseñe a balancear tus alimentos, y así tu peso estará controlado.
Indiferente:
La comida no te llama la atención, y con frecuencia te saltas una o más comidas al día, porque se te olvidó, o tuviste mucho trabajo, o simplemente no se te antojó. Tienes que valorar más tu nutrición ahora que estás embarazada, y regularizar tus comidas.
Enviado por Claudia Herrera
Rebista