Las emociones son contagiosas. El niño capta los estados de ánimo de quienes le rodean. Este intercambio emocional se produce a un nivel sutil, casi imperceptible. Los adultos que rodean al niño envían señales emocionales; cuanto más hábiles son socialmente los padres autorregulando sus emociones, más fácilmente crearán un ambiente que ayude al niño a sentirse bien.
Una buena sugerencia
No enseñes a tu hijo la idea absurda de que «los hombres no deben llorar». Es una forma de hacer que se avergüence de sus sentimientos, y de que pierda el control sobre sus emociones.
Ten en cuenta que no existen emociones «femeninas» ni «masculinas».
Todas son emociones humanas, perfectamente válidas.
El niño inconscientemente imita las emociones: la expresión facial, los gestos, el tono de voz, etc.; produce un ritmo compatible y aparece un ambiente cómodo, de confianza, propuesto por la persona que tiene mayor fuerza expresiva, y cuyas emociones influyen en la otra, como cuando le cantas una canción de cuna al bebé para calmarlo cuando llora, en vez de gritarle que se calle.
Las emociones son como los rudimentos de la inteligencia social en el ser humano; aparecen como habilidades en las relaciones entre personas, tienen su origen en la imagen íntima, en la propia imagen de sí mismo. Es por eso que resulta vital estimular una buena autoestima en tu hijo o en tu hija.
Aquí tienes algunas sugerencias que te ayudarán a estimular, en tu hijo o hija, una elevada inteligencia emocional:
Enviado por Raúl Gonzalez