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Estimular la inteligencia emocional del niño

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Las emociones son contagiosas. El niño capta los estados de ánimo de quienes le rodean. Este intercambio emocional se produce a un nivel sutil, casi imperceptible. Los adultos que rodean al niño envían señales emocionales; cuanto más hábiles son socialmente los padres autorregulando sus emociones, más fácilmente crearán un ambiente que ayude al niño a sentirse bien.

Una buena sugerencia
No enseñes a tu hijo la idea absurda de que «los hombres no deben llorar». Es una forma de hacer que se avergüence de sus sentimientos, y de que pierda el control sobre sus emociones.
Ten en cuenta que no existen emociones «femeninas» ni «masculinas».
Todas son emociones humanas, perfectamente válidas.

El niño inconscientemente imita las emociones: la expresión facial, los gestos, el tono de voz, etc.; produce un ritmo compatible y aparece un ambiente cómodo, de confianza, propuesto por la persona que tiene mayor fuerza expresiva, y cuyas emociones influyen en la otra, como cuando le cantas una canción de cuna al bebé para calmarlo cuando llora, en vez de gritarle que se calle.

Las emociones son como los rudimentos de la inteligencia social en el ser humano; aparecen como habilidades en las relaciones entre personas, tienen su origen en la imagen íntima, en la propia imagen de sí mismo. Es por eso que resulta vital estimular una buena autoestima en tu hijo o en tu hija.

Recomendaciones para la estimulación de la inteligencia emocional

Aquí tienes algunas sugerencias que te ayudarán a estimular, en tu hijo o hija, una elevada inteligencia emocional:

  • Impúlsale a que actúe con cierta autonomía y que no espere siempre que otros le digan lo que tiene que hacer.
  • Anímale a que platique con los que le rodean, y que no se limite a decir sí o no, o a responder con monosílabos.
  • Transmítele la noción de que no tiene nada de malo expresar sus emociones y sus sentimientos. Puedes comenzar expresando tus propias emociones y sentimientos, positivos o negativos.
  • Ayúdale a manejar sus emociones negativas, como la ira, la envidia, la culpabilidad y el temor, y desde luego, no se las fomentes.
  • Acostúmbrale a que espere su turno, y a compartir con los demás.
  • Enséñale a manejar las presiones y el estrés.
  • Ayúdale a tener una autoestima saludable, no insultándolo ni humillándolo, ni repitiéndole «qué tonto eres». Tampoco se trata de sobrevaluarlo. La idea es que aprenda a aceptarse y a quererse tal y como es.
  • Nunca, por ningún motivo, lo compares con sus hermanitos ni con nadie, para bien ni para mal. El, o ella, es único e irrepetible, y así debes considerarle.
  • Aplaude sus triunfos, y consuélale en sus fracasos. Nunca le pidas más de lo que te pueda o te quiera dar.
  • Hablando de triunfos y de fracasos, enséñale que un fracaso no solamente no es el fin del mundo, sino que es una oportunidad para adquirir experiencia. Con eso fomentarás que acepte sus errores y aprenda de ellos.
  • Enséñale a aceptar a las personas como son, y a no tratar de imponer sus gustos, deseos ni opiniones.

Enviado por Raúl Gonzalez

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