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Exámenes para detectar el VIH

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El diagnóstico que establece si una persona ha sido expuesta o no al VIH se basa en una prueba de sangre. Puedes hacerte el examen para detectar el VIH en lo privado de tu hogar, usando una prueba casera, o por medio de tu proveedor de servicios de salud o en algún centro de salud local, sin costo alguno. Algunos sitios ofrecen pruebas anónimas (te sacan sangre y te dan un número) o pruebas confidenciales (la información se mantiene confidencial, aunque en muchos casos esto significa que la pueden comunicar a un servicio de archivos médicos). Cada método ofrece algún tipo de asesoramiento confidencial para aquellas personas que resulten positivas.

Pruebas para detectar el VIH

Hay varias pruebas que se usan para determinar si la persona es VIH positiva o no:

La prueba ELISA (ensayo inmunosorbente ligado a enzimas) mide si tu cuerpo ha producido o no el anticuerpo que señala la presencia del VIH. El término «seroconversión» se usa para describir el punto en que el cuerpo produce el nuevo anticuerpo. Como el VIH es un virus muy especial, puede tardar hasta un año antes de que el organismo produzca el anticuerpo que señala la presencia del VIH. La mayoría de las personas (95%) produce este anticuerpo en los primeros seis meses después del contagio. Los resultados de este examen están listos en el término de algunas horas.

La Prueba Western Blot es una prueba más sofisticada y se hace después de haber obtenido un resultado positivo mediante ELISA. Se le considera una prueba de confirmación.

Las pruebas de la carga viral calculan la cantidad de VIH presente en la sangre al medir cuánto material genético, es decir, ARN, del VIH está presente en la sangre. No fue sino hasta finales de la década de 1990 que esta prueba estuvo disponible. Estudios recientes indican que es importante medir regularmente el cambio en la carga viral de un individuo que ha sido diagnosticado con VIH/SIDA.

Tratamiento

En la actualidad no hay cura para el SIDA. Lo que hemos logrado acumular en un tiempo relativamente corto ha sido una despensa llena de medicinas para:
1) prevenir la acción de la transcriptasa inversa a fin de evitar la reproducción del VIH y 2) tratar las infecciones oportunistas que ocurren cuando alguien es VIH positivo. Algunos de estos medicamentos se toman para prevenir enfermedades y otros se toman para tratar las enfermedades.

Las cuatro medicinas más comunes son:

Zidovudina (AZT o Retrovir)
Didanosina (ddI o Videx)
Zalcitabina (ddc o Hivid)
Stavudina (d4T o Zerit)

Todos éstos son medicamentos muy fuertes. El AZT, que ha sido el principal medicamento utilizado en el tratamiento del SIDA, parece estar asociado con niveles más elevados de enfermedad en el hígado de las mujeres que lo toman. Al mismo tiempo, las mujeres embarazadas que toman el AZT sólo tienen una tercera parte de probabilidades de transmitir el VIH a sus bebés. Aunque los bebés puedan tener anticuerpos para el VIH, no siempre desarrollan el virus mismo. No está claro cómo es que esto sucede, pero sí se sugiere que los bebés sean examinados por su proveedor de servicios de salud a partir de las dos semanas de vida, cada mes durante los primeros seis meses, y cada tres meses después de esa fecha hasta que cumplan los dos años. Los proveedores de servicios de salud ponen atención especial a los primeros descubrimientos físicos del VIH pediátrico. Basta con decir que apenas estamos aprendiendo a detectar el VIH. La información que existe sobre el efecto de otras drogas en las mujeres es mínima.

Hasta finales de la década de 1990, el control del VIH/SIDA se centraba en el número de células CD4. Cuando el número de células CD4 se reducía a menos de 300, el riesgo de infecciones oportunistas aumentaba y por lo tanto era necesario ser más agresivo con el tratamiento. Ahora que hay una manera de medir qué cantidad del virus está presente (por medio de la prueba de carga viral), el tratamiento puede medir con más precisión la presencia del virus. Con la prueba de carga viral ha llegado una nueva clase de drogas llamadas inhibidoras de la proteasa, diseñadas para inhibir la producción de la proteasa, una enzima que el VIH necesita duplicar. Los nuevos cócteles de medicamentos que combinan los inhibidores de la proteasa y los medicamentos anteriores parecen prometedores. Como son relativamente nuevos, pasarán unos cuantos años antes de que sepamos su efecto sobre la salud de las mujeres en general o de las latinas en particular que son VIH positivas.

Si tú eres VIH positiva, una cosa es cierta: tomarás una variedad de medicinas y tratamientos que no sólo alargarán tu vida, sino que te ayudarán a mantener la mejor calidad de vida posible. En comparación con la realidad de hace apenas unos años, éste es un gran paso adelante.

Las latinas que son VIH positivas generalmente toman una variedad de medicinas para mejorar su salud. Sin embargo, sabemos muy poco de cómo funcionan estos medicamentos en las mujeres: no fue sino hasta el primero de abril de 1993 que la Administración de Alimentos y Fármacos dijo que todo nuevo medicamento tenía que ser evaluado tanto en las mujeres como en los hombres.

No es de sorprenderse que con cada medicamento nuevo que se agrega al régimen de medicamentos de una mujer haya probabilidades de una reacción que no estaba en los planes. Algunas medicinas se pueden combinar con otras y se hacen más fuertes cuando se toman juntas mientras que otras se debilitan. Como todavía estamos aprendiendo sobre el efecto de las drogas en las mujeres, las latinas que son VIH positivas necesitan observar cuidadosamente cómo reaccionan con las medicinas que toman y compartir esa información con su proveedor de servicios de salud. Mantener un diario de la salud es un buen modo de documentar lo que suceda.

Jane L. Delgado

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