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¿Existe relación entre el cáncer del seno y el alcohol?

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Aunque no hay evidencia científica que pruebe que el alcohol es una de las causas del cáncer del seno, sí se ha notado cierta incidencia entre las mujeres que consumen alcohol, por lo que la falta de evidencia no ha impedido a organizaciones como la Sociedad Americana del Cáncer recomendar cautela con bebidas que lo contengan. La advertencia de esta organización obedece al alto grado de incidencia del cáncer del seno entre las mujeres en los Estados Unidos.

La sospecha de la Sociedad Americana del Cáncer sobre la relación entre el consumo del alcohol y el cáncer del seno se fundamenta en observaciones médicas que sugieren una especie de patrón. La Guía de Nutrición y Prevención del Cáncer de la Sociedad Americana del Cáncer dice que «el uso del alcohol está claramente ligado al incremento del riesgo de contraer cáncer del seno«. Los investigadores de la Sociedad reportan que existe un riesgo 1.5 veces mayor de contraer cáncer de seno entre las mujeres que consumen de 2 a 5 tragos por día que aquellas que solo toman uno.

Aunque no está claro cuál es el vínculo al que se refiere esta organización, sus miembros indican que «se sospecha que la acción carcinogénica del alcohol o de sus metabolitos inducen cambios en los niveles de las hormonas reproductivas en las mujeres». Esta observación adquiere un interés relevante dado al papel que las hormonas juegan en la reproducción y desarrollo del cuerpo.

En este contexto, no todos comparten la importancia del alcohol como vector de desarrollo del cáncer del seno. La doctora Sandra Franco, del Silvestre Cáncer Center de la Universidad de Miami, considera que el alcohol no es un factor determinante en el desarrollo de esta enfermedad. «Existen observaciones acerca de la relación entre alcohol y cáncer del seno, pero éstas no son conclusivas», dice Franco. «El consumo del alcohol no es un factor crítico, dado que hay otros elementos más específicos».

Para la doctora Franco, los factores críticos son la edad, la historia de cáncer en la familia, la edad cuando se tuvo el primer parto y el primer periodo, la herencia, la exposición a estrógenos y el consumo de grasa.

En los casos de familias con historia de cáncer de seno el riesgo es alto para los familiares de primer grado. Este riesgo aumenta con la edad de la mujer. Además, las que conciben siendo jóvenes tienen menos riesgos que aquellas que lo hacen ya mayores de 40 años. El riesgo también es mayor cuando no se tienen hijos o cuando se ha tenido la primera menstruación muy joven.

La doctora Franco sostiene que el riesgo genético «se estima en un 5-10 por ciento». Esta disposición obedece a mutaciones en los genes. Según investigadores, alteraciones en los genes del tipo BRCA1 y BRCA2 afectan la función de las células encargadas de producir una proteína que previene el crecimiento anormal de las células en los senos.

En cuanto a la exposición a estrógenos, la doctora Franco señala que «aquellas mujeres que toman estrógeno para compensar la pérdida de algunas hormonas corren el riesgo de desarrollar cáncer del seno». Sin embargo, ella aclara «que el riesgo del estrógeno no puede generalizarse». Millones de mujeres usan estrógeno como terapia de reemplazo para compensar sus hormonas, pero no todas desarrollan cáncer del seno.

MAURICIO BURGOS

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