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Los tipos de hepatitis

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El diagnóstico fue la parte más difícil. Los exámenes de sangre salieron negativos. No tenía mononucleosis. No salí positiva para el VIH. No tenía hepatitis viral. A pesar de ello, mis enzimas hepáticas estaban muy altas. El especialista de lupus confirmó que yo estaba bien—o que por lo menos no tenía lupus-. Estuve en el hospital durante tres semanas mientras trataban de averiguar lo que tenía.

Finalmente decidí que ya había tenido bastante y dije que me quería ir a la casa. Tenía que regresar al trabajo. Así que me di de alta con la condición de que regresaría para que me hicieran una biopsia del hígado. No anticipaba eso con agrado.

La biopsia de hígado resultó ser la mejor decisión. La biopsia mostró que yo tenía hepatitis activa crónica del sistema inmunológico.

Debbie, 33

Hepatitis A

Conocida anteriormente como hepatitis infecciosa, la hepatitis A se encuentra en el excremento. La hepatitis A es la más común en los niños de los países en desarrollo y en los adultos en países del occidente. La transmisión ocurre al consumir comida y agua contaminada por excremento que lleva el virus. El virus puede ser transmitido de persona a persona al igual que dentro de las familias.

El virus de la hepatitis es un virus muy fuerte, ya que puede sobrevivir en una superficie de un cuarto a temperatura normal por largos períodos. Es por eso que a veces es difícil averiguar donde estuvimos expuestos a la hepatitis A. Por lo mismo, se desconoce el punto de transmisión en más de la tercera parte de las personas con hepatitis.

Prevención de la hepatitis A

Hay una vacuna para la hepatitis A que es casi cien por ciento efectiva en las personas que reciben dos dosis separadas por un lapso de entre seis y doce meses. Se recomienda que las personas que viajan a países en donde hay hepatitis A se vacunen. Los buenos hábitos de sanidad e higiene personal son importantes para prevenir la difusión de la hepatitis A.

Diagnóstico de la hepatitis A

Un examen de la sangre determina si tienes anticuerpos para el virus. Los anticuerpos tardan cuatro semanas para aparecer en tu sangre después de haber sido expuesta.

Tratamiento de la hepatitis A

No hay medicamento para tratar la hepatitis A. Si se le diagnostica con hepatitis A, le dirán que descanse hasta por un mes, que coma comidas altas en proteína y que se abstenga de la actividad sexual. No se sabe por qué algunas personas recaen después del tratamiento. El virus usualmente desaparece y la persona ya no lo tiene aunque los exámenes de sangre siempre indicarán que la persona estuvo expuesta previamente. Una vez que una persona ha estado expuesta al virus, ella adquiere inmunidad pare el resto de su vida.

Hepatitis B

La hepatitis B se conoce como HBV o hepatitis sérica. Una de cada veinte personas en los Estados Unidos será infectada con la hepatitis B durante su vida. Cada año se presentan 125,000 casos nuevos de hepatitis B. Además, un millón de personas en los Estados Unidos están crónicamente infectadas.

Este virus se transmite por medio del contacto con la sangre, el semen, la saliva, las lágrimas, las heridas abiertas, los fluidos vaginales y la leche materna de una persona que tiene el virus de la hepatitis B. Este es el tipo de hepatitis más fácil de contraer. En más de la tercera parte de los casos no se sabe cómo la persona entró en contacto con el virus.

La contaminación puede ocurrir al compartir agujas durante la perforación del cuerpo, al hacerse tatuajes o inyectarse drogas. También se puede transmitir el virus durante actividades en donde hay intercambio de líquidos del cuerpo, por ejemplo, besos de lengua, contacto genital-genital y contacto genital-oral. La infección dentro de una familia también es probable, como también de la madre al bebé durante el parto. Algunos portadores son contagiosos mientras que otros no lo son.

Prevención de la hepatitis B

Hay una vacuna contra la hepatitis B. La vacuna se administra en tres dosis. La segunda dosis se da un mes después de la primera dosis; la tercera dosis se da seis meses después de la primera. El efecto de la vacuna dura por lo menos nueve años. Se recomienda la vacuna para todos los recién nacidos, infantes, niños y adolescentes sexualmente activos. También se recomienda para una diversidad de personas que tienen alto riesgo de ser infectadas. Estas incluyen: trabajadores de la salud, trabajadores de emergencia, personal militar, trabajadores de funerarias, embalsamadores, personas que tienen múltiples parejas sexuales, personas que viven en hogares con portadores de la hepatitis B, o son las parejas íntimas de portadores del virus, viajeros internacionales, pacientes y personas que trabajan en instituciones para personas mentalmente incapacitadas y presos que han pasado muchos años en instituciones preventivas.

Si no quiere que le vacune, entonces la prevención debe enfocarse sobre: uso de condón, guantes de goma para tocar cualquier fluido del cuerpo y esterilización de cualquier objeto que se use para perforar la piel.

Diagnóstico de la hepatitis B

La mayoría de las personas con hepatitis B no presentan síntomas. Estas personas con frecuencia describen una serie de problemas que se parecen a la influenza—fiebre, cansancio, dolor muscular o en las articulaciones, náuseas, vómito. Sólo entre el 25% y el 35% de las personas con hepatitis B padecen de ictericia.

Un examen de sangre sencillo y preciso confirma cuándo la persona tiene hepatitis B.

Tratamiento de la hepatitis B

La mayoría de los adultos (entre el 90% y el 95%) se recuperan de la hepatitis B dentro de los seis meses. El cuerpo de alguna manera logra quedar libre del virus. Sus exámenes de sangre siempre mostrarán que estuvieron infectados con la hepatitis B y su sangre no será aceptada en los bancos de sangre.

Entre el 5% y el 10% de las personas que no logran eliminar el virus de su sangre lo llevarán con ellos por el resto de sus vidas. Estos portadores no tienen síntomas pero pueden pasar la hepatitis B a otras personas. Algunos cuantos portadores parecen eliminar la hepatitis B de sus cuerpos espontáneamente, mientras que en otros se deteriora a cirrosis del hígado. La hepatitis B crónica está asociada con un alto riesgo de cáncer del hígado.

Algunos medicamentos (interferon alfa–2B o Intron A) han sido aprobados para el tratamiento de personas con hepatitis B crónica. El Intron se administra en inyección diariamente tres veces por semana durante cuatro meses. Este tratamiento consigue eliminar el virus del cuerpo en el 35% de los casos.

Hepatitis C

La hepatitis C se identificó por primera vez en 1989; anteriormente se la consideraba responsable de muchos de los casos que llamábamos hepatitis tipo no-A y no-B. Hay 3.9 millones de personas en los Estados Unidos que tienen infecciones crónicas de hepatitis C. Cada año se producen alrededor de 32,500 nuevos casos de hepatitis C, muchos de los cuales progresarán a hepatitis crónica. Hasta el 80% de las personas padecerán una infección crónica a largo plazo y la mitad de ellos, se estima, corren el riesgo de cirrosis del hígado. Además, la hepatitis C crónica también se asocia con un riesgo de cáncer del hígado.

Es muy difícil saber cómo una persona estuvo expuesta a la hepatitis C, ya que puede pasar desde un mes hasta varios años antes de que haya señales de enfermedad. Se estima que en una tercera parte de los casos no se sabe cómo fueron expuestos a la hepatitis C.

No está claro si el virus se transmite por medio de la actividad sexual aunque los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (E.U.) nos advierten que las personas que tienen más de una pareja sexual corren mayor riesgo de exponerse a la hepatitis C.

Es poco probable que una madre pueda transmitir el virus a su bebé durante el parto.

Prevención de la hepatitis C

No hay vacuna para la hepatitis C. Como la transmisión se realiza por medio de sangre contaminada, se realizan todos los esfuerzos posibles para reducir la probabilidad del contagio. Toda la sangre que se usa en las transfusiones se examina para asegurarse de que no contiene la hepatitis C. Desde 1992, año en que se desarrollaron los exámenes más sofisticados contra los anticuerpos hepáticos (hepatitis C), sólo una de cada 6,000 personas que reciben una transfusión son infectadas.

Para prevenir el contagio no se deben compartir agujas para perforar la piel, hacerse tatuajes o inyectarse drogas. No se sabe con seguridad si el uso de condones impide la transmisión del virus.

Diagnóstico de la hepatitis C

Una persona puede estar infectada y no saberlo. Puede no tener síntomas o tener síntomas ligeros, similares a los de la influenza del estómago. Algunas personas tienen síntomas más marcados, incluyendo la ictericia.

El primer paso para diagnosticar la hepatitis C consiste en los exámenes de sangre rutinarios. Una vez que se establece que hay niveles elevados de enzimas en el hígado, se realiza un examen de sangre específico que es para detectar la hepatitis C.

Tratamiento de la hepatitis C

Un porcentaje de los casos de hepatitis C desaparecen solos. También se usa el interferon alfa–2 y el interferon alfa 2-a en personas con hepatitis C crónica. El nivel de personas que se mantienen sanas, es decir, en remisión a largo plazo, es sólo del 10% al 15%.

Hepatitis D

La hepatitis D era conocida como hepatitis delta. Para ser diagnosticada con hepatitis D, una persona primero tenía que salir positiva para la hepatitis B y luego positiva en el anticuerpo para la hepatitis D. Este tipo de hepatitis es más común en quienes se inyectan drogas y es raro en los Estados Unidos. Se conoce muy poco acerca de esta enfermedad.

Hepatitis E

La hepatitis E se conocía como hepatitis entérica o epidémica no-A y no-B. Es parecida a la hepatitis A. Se transmite a través de excremento que contamina los alimentos y el agua. Es rara en los Estados Unidos y se encuentra usualmente en el Océano Indico, Africa y los países en vías de desarrollo. Es común que la infección se extienda dentro de una familia.

Los mejores métodos para la prevención de la hepatitis E requieren de buena sanidad e higiene personal. El proceso que sigue esta enfermedad no está claro.

La hepatitis del sistema inmunológico

Esta enfermedad se describió por primera vez en la década de 1950 como «hepatitis lupoide» por que parecía tener síntomas semejantes a los del lupus eritematoso sistémico (véase el Capítulo 11). Con el avance de la investigación, se aclaró que esta hepatitis no es como el lupus.

La hepatitis del sistema inmunológico es aquélla en que tu propio sistema inmunológico, es decir, el sistema que te protege de cuerpos extraños, ataca su hígado como si éste fuera un cuerpo extraño. Más de las dos terceras partes de las personas que padecen este tipo de hepatitis son mujeres. Algunos investigadores han sugerido que puede haber una predisposición genética a esta enfermedad.

Prevención

No está claro por qué algunas mujeres jóvenes contraen esta enfermedad.

Diagnóstico

Los síntomas de los que se informa con mayor frecuencia son el cansancio, dolor de las articulaciones, comezón e ictericia. Además puede haber señales de complicaciones más serias, semejantes a las que se encuentran en las formas más avanzadas de la hepatitis, por ejemplo, fluido en el área del estómago. Como parte del proceso para hacer el diagnóstico, también se realizan exámenes de sangre.

La biopsia es la prueba definitiva para diagnosticar esta forma de hepatitis.

Tratamiento

El tratamiento consiste en la administración de medicamentos como la prednisona o prednisona con azatioprina. Por lo menos las dos terceras partes de los pacientes mejoran con estos medicamentos, que se prescriben a un nivel de mantenimiento. Alrededor del 20% de los pacientes no responde al medicamento, y para ellos la única opción médica que les queda es el trasplante del hígado.

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