Con tantas ocupaciones y cuentas que pagar, lo último en que pensamos es en nuestra salud dental. Sin embargo, los especialistas aseguran que hay que visitar al dentista al menos cada seis meses. De esa manera, el dentista puede llevar control de la salud bucal y ayudar a que ciertos problemas pequeños no requieran tratamientos más complejos y costosos.
Visitar al dentista regularmente es crítico para mantener una buena salud de los dientes y encías. En ese sentido, las limpiezas en profundidad colaboran enormemente en la prevención de algunas de las condiciones más comunes que afectan la dentadura, como las caries; las encías (como la gingivitis) y la boca en general, como la halitosis (mal aliento). Pero además de las consabidas caries, que pueden aparecer a cualquier edad, cada etapa de la vida posee sus propias necesidades de cuidado bucal.
Durante la niñez y adolescencia, pueden requerirse aparatos que obliguen a los dientes a tomar el curso que debieron seguir antes de torcerse. Los dientes superpuestos y torcidos no sólo son una preocupación estética, sino un problema de masticación que puede afectar la digestión.
Ya en la madurez, la consulta con el dentista puede ser vital. Pasados los 45 años, en estos chequeos periódicos el dentista puede ser el primero en detectar cáncer oral, una enfermedad que ocurre por lo general a esa edad y que ocasiona unas 9,000 muertes anuales en Estados Unidos. Durante este examen, recomendado por la Academia de Odontología General, el dentista observa unos diez lugares en la boca y a su alrededor para verificar la presencia de bultos o cambios anormales en los tejidos. Su detección temprana es esencial, ya que en ese caso puede curarse.
GABRIELA ABIHAGGLE