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Siete pecados capitales

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Gula, vanidad, ira, envidia, lujuria, avaricia y ocio son los denominados Siete Pecados Capitales. Nadie puede negar que alguna vez ha pecado, que ha sentido ganas de cometer alguno de ellos frente a una persona o situación. ¡Lógico! Está dentro de las reglas de la humanidad.

Sentir envidia, ira o vanidad es propio del ser humano, pero si la emoción es excesiva se puede estar frente a un trastorno de personalidad.

Para el doctor Sergio Gloger, siquiatra y director del Centro Neurosiquiátrico de Santiago de Chile, los siete sentimientos en su justa medida son normales e imprescindibles. Las emociones humanas son mecanismos que ha dado la naturaleza para que el sujeto se adapte a la supervivencia. Son necesarias ya que ponen en mejor condición para resolver los problemas.

Sin embargo, cuando estas emociones dejan de funcionar bien o lo hacen en exceso, se convierten en un problema. De simples y pecaminosos sentimientos pasan a ser síntomas de alguna enfermedad. Son una alarma de que algo está mal.

¿Cuándo representan un problema?

Los sentimientos expuestos se convierten en un problema cuando:

  • La persona se da cuenta de que no es capaz de manejar lo que sucede y pide ayuda.
  • Es excesivo.
  • No hay una relación clara entre la emoción y la circunstancia.

Hay ciertos rasgos de la personalidad que se exacerban, lo que se denomina trastornos de personalidad.

El doctor Gloger dice que «es muy poco común que estas emociones se conviertan en un real problema patológico. Lo que es muy fácil es adjudicar estas características a los demás, por prejuicios o intolerancia hacia el otro.»

Analícese

Los siete síntomas se pueden encontrar en varias enfermedades, predominando las de trastorno de la personalidad.

Gula: ¿Procura guardar el orden y la moderación en el comer y en el beber o se deja llevar por estos placeres con facilidad?

La necesidad de alimentarse es obvia. Cuando es un sentimiento moderado, es una conducta buena y positiva. Pero la gula es cuando se pierde la connotación de sobrevivencia y disfrute.

Según la doctora María Alejandra Cordero, siquiatra del Instituto de Seguridad del Trabajo (en Santiago, Chile), una de las manifestaciones donde se puede ver es en los trastornos de la alimentación, por ejemplo, la bulimia. En una de las etapas de esta enfermedad el paciente ingiere gran cantidad de comida, de todo tipo (alternando dulce y salado, sin distinción), en grandes cantidades, en forma muy rápida y generalmente escondido.

Además, en los síntomas de ansiedad y en algunas depresiones hay un aumento del apetito.

Vanidad: ¿Ha saboreado deliberadamente los aplausos y alabanzas? ¿Desprecia a los que lo rodean?

La autoestima es deseable y necesaria. «Quererse» es vital para el ser humano. Sin embargo, la falta o exceso de este sentimiento es síntoma de distintas enfermedades. «El exceso de autoestima se conoce como trastorno de la personalidad narcisista. No sólo es una vanidad física, sino que es una sobrevaloración de sí mismo, por cualquier característica. Como va acompañado de una subvaloración del resto, la vanidad patológica se convierte en uno de los problemas más dañinos y graves, porque afecta a los demás, ataca al otro», dice Sergio Gloger.

Para la doctora Cordero este trastorno, muchas veces, es estimulado por el medio, ya que hoy el ambiente exige ser bello y exitoso.

Ira: ¿Soporta con paciencia las adversidades de los demás o se enfada con facilidad, perdiendo el control?

La ira es una emoción que surge cuando la persona se siente agredida o frustrada. El doctor Gloger afirma que «es importante que exista como manifestación, ya que se mantiene el equilibrio interno y una adecuada relación con los demás».

Sin embargo, el exceso de ira está ligado a los trastornos de personalidad antisociales o limítrofes. El paciente presenta malos mecanismos regulatorios de la rabia, lo que le impide establecer relaciones estables con los demás.

«Son los antisociales sin culpa. Transgreden todas las normas sociales sin remordimiento. La persona tiene varios episodios aislados donde no puede controlar los impulsos agresivos y el grado de éstos es desproporcionado a lo que pudo precipitar el enojo», dice María Alejandra Cordero.

Envidia: ¿Tiene el corazón grande como para saber alegrarse del bien ajeno o lo domina la envidia y le desea mal a los que son más felices que usted?

María Teresa Subercaseaux dice que es muy importante que la madre y el padre estén con la mejor disponibilidad de tiempo y paciencia frente a su hijo.

Este sentimiento se tiende a confundir con los celos, pero no son lo mismo. Los celos son el resultado de una relación triádica (de tres personas), la persona envidia la relación de otros dos (de amistad o de pareja) y quiere ocupar el lugar de uno de ellos. En cambio, la envidia es de una relación diádica (de a dos). El sujeto desea todo lo bueno que el otro tiene. Es un sentimiento más dañino que los celos, porque el envidioso quiere destruir, lo que él mismo no puede alcanzar en el otro. .

La persona se «empobrece», porque cuando tiene la oportunidad de tener lo que desea está demasiado pendiente del envidiado, por lo que se ciega y no lo toma.

Lujuria: ¿Busca con afán los refinamientos, placeres y comodidades? ¿Abusa del alcohol, del sexo y de las drogas?

El comportamiento lujurioso se puede ver en los trastornos de personalidad limítrofes. Estos pacientes manifiestan inestabilidad en las relaciones interpersonales e inestabilidad afectiva, porque son exageradamente impulsivos. Esto último deriva en abusos de todo tipo. Pueden ser promiscuos, drogadictos y hasta excesivos gastadores de dinero.

Promiscuos pueden ser también los pacientes bipolares (conocidos también como maniacos-depresivos) en su etapa maniaca y los esquizofrénicos.

Avaricia: ¿Piensa sólo en los bienes de este mundo y tiene demasiado apego al dinero?

Ahorrar es una muy buena costumbre, pero el ansia excesiva de enriquecerse puede ser síntoma de los trastornos de personalidad obsesivos (ojo: no confundir con los obsesivos-compulsivos).

El paciente colecciona cosas, pero sólo por tenerlas, no para disfrutarlas o aprovecharlas. El tener se convierte en un fin sí mismo y es incontrolable. La doctora Cordero afirma que en estos casos la persona no sabe que está enferma porque piensa que esto es normal.

Ocio: ¿No siente ánimo para levantarse y trabajar? ¿Se cansa al hacer un mínimo esfuerzo?

El no querer hacer ninguna actividad, más que un síntoma siquiátrico es uno orgánico ya que se puede relacionar con el Síndrome de Fatiga Crónica. Esta enfermedad se presenta de forma brusca en el paciente, el cual previamente era activo.

Es un agotamiento insoportable que puede reducir la actividad diaria de la persona en más de un 50%. Su origen no está claro, pero se asocia con alteraciones inmunológicas y acompaña frecuentemente a un cuadro depresivo.

Confiésese

Sentir de vez en cuando envidia o ira no significa que tenga un trastorno de personalidad, ya que esta condición abarca mucho más que un solo síntoma. Pueden ser sólo rasgos de la personalidad, que son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo, que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales.

Trastorno de personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. En otras palabras: la persona es «rara» para su entorno.

El primer paso para poder tratar la enfermedad es que la persona se dé cuenta de que la tiene y que recurra a un especialista en busca de ayuda. Pero, generalmente el sujeto no tiene conciencia de que presenta un problema y justifica sus actos..

«Hoy se acepta como tratamiento, para esta enfermedad, la comprensión multifactorial, es decir, que no tiene una sola causa y por lo tanto el tratamiento no suele ser único. En algunos casos se usa medicación, que es útil para tratar los síntomas. Además se realiza sicoterapia, en la el especialista revisa el mundo interno de la persona y la ayuda a comprender y establecer relaciones», explica Gloger.

El siquiatra agrega que «este problema no es de fácil solución, porque está muy arraigado dentro del paciente, en el estilo habitual de funcionar. Por esto la persona debe tener paciencia y constancia al recibir ayuda. Requieren de tratamientos a muy largo plazo, generalmente de años, y en algunos casos permanentes.»

Enviado por Loreto Lázaro y Carolina Valdivieso

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