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El parto vaginal

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¿Cómo sabe el bebé cuándo tiene que salir?

Durante la mayor parte de tu embarazo, el útero va creciendo para dar cabida al feto, que también va aumentando de tamaño. Cuando la fecha del parto se acerca, el feto sigue creciendo, mientras que el útero deja de hacerlo. En vez de crecer, el útero se estira, es decir, se distiende, lo que hace que sus músculos se contraigan más y en ocasiones se hagan más sensibles.

El mismo crecimiento del feto estimula al útero a contraerse, pero además, al final del embarazo, el feto comienza a acercarse a la salida, es decir, desciende hacia la pelvis, y su cabeza presiona al cuello del útero, activando a las terminaciones nerviosas que hay ahí. Estas terminales mandan señales a tu cerebro para que tu organismo libere oxitocina, una hormona que estimula las contracciones uterinas.

Y resulta que el útero, que debido al crecimiento del feto se ha ido haciendo cada vez más sensible a la oxitocina liberada por el mismo feto, y por la glándula pituitaria (la hipófisis) de la mamá, comienza a contraerse en cuanto los niveles de esta hormona en la sangre alcanzan niveles críticos.

Pero hay más. Tu mismo bebé le indicará a tu organismo cuándo debe comenzar el parto, a través de una compleja serie de mensajes bioquímicos, muy eficazmente transmitidos.

Cuando maduran las glándulas endócrinas de tu bebé, comienzan a producir hormonas que activan una cadena de reacciones químicas, que terminan con la síntesis o producción, en el útero, de unas sustancias que se llaman prostaglandinas. Estas prostaglandinas forman un equipo con la oxitocina y juntas estimulan las contracciones uterinas, mismas que van dilatando el cuello uterino para permitir la salida del bebé, pero sin ejercer sobre éste más presión de la estrictamente necesaria.

Fases del parto natural

Como cualquier proceso, el parto pasa por varias etapas. Pero antes de que todo comience, en el último mes del embarazo, la inmensa mayoría de los bebés se colocan cabeza abajo dentro del útero, en lo que se conoce como posición cefálica. Esta posición es la que más favorece al parto (la naturaleza sabe cómo hacer las cosas), porque la presión del cráneo del bebé ayuda a dilatar el cuello del útero. El bebé incluso puede doblar y girar su cuello para pasar más fácilmente bajo la curvatura de los huesos pélvicos de su mamá.

¿Sabías que?
Una semana después del parto, el útero de la nueva mamá pesa la mitad de lo que pesaba al final del embarazo, y al mes suele tener el mismo tamaño que tenía cuando el embrión se implantó en él.

Primera etapa: dilatación

Es cuando el cuello del útero se dilata hasta ser lo suficientemente ancho como para dar paso a la cabeza del bebé. Esta etapa corresponde a las contracciones, y suele ser la más larga. Algunos expertos recomiendan que te relajes durante las contracciones, y que camines o te muevas, porque eso ayudará al nacimiento de tu bebé. Las contracciones uterinas presionan a la cabeza del bebé contra el cuello uterino, o cérvix, abriéndolo, es decir, dilatándolo, poco a poco. Esta primera etapa concluye cuando la cabeza del bebé ha dilatado totalmente el cuello del útero. En este momento, el bebé, sabiamente, voltea la cabeza hacia un lado para pasar mejor.

Segunda etapa: expulsión

Corresponde a la expulsión del bebé a través del canal del parto, y no suele durar más de una hora si eres primeriza, y alrededor de media hora en tus siguientes partos. El bebé va bajando por el canal del nacimiento, y dobla el cuello para rodear los huesos de tu pelvis y comenzar a surgir a través de tu vagina. En este momento, el médico ya puede ver la parte superior de su cabecita. Si tu doctor ve que la cabeza de tu bebé es más grande que la abertura de tu vagina, es posible que decida realizar una episiotomía. Se trata de un corte que se realiza en la comisura posterior de la vagina, con el fin de ampliar la zona por donde saldrá tu bebé. El objetivo de este corte es evitar desgarros en la vagina, que se presentan cuando dicho corte no se hace y el bebé no puede pasar. La teoría dice que es mejor reparar cortes rectos realizados por la episiotomía, que desgarros irregulares y descontrolados ocasionados por el estiramiento de los tejidos, cuya elasticidad tiene un límite, y que se rompen por la salida del bebé. Este corte permite también reducir el esfuerzo de la mamá para expulsar al bebé y acortar el tiempo en que éste tarda en salir. Una vez que la cabeza ha logrado salir, los hombros y el resto del cuerpo se deslizan fácilmente. En este momento, tu bebé ya ha nacido, pero todavía nos falta una última etapa.

Tercera etapa: expulsión de la placenta

A esto se le llama, propiamente, alumbramiento. Es la etapa más corta de todas (dura unos quince minutos en promedio), y es cuando el útero termina de expulsar la placenta y quedar vacío.

El primer abrazo

Es muy posible que, ya para este momento, puedas tener a tu bebé en brazos por primera vez. Este será un instante definitivo para los dos. El sentirá tu olor y tu calor, y de alguna manera, sabrá que todo está bien. Y tú podrás vivir la experiencia inigualable de sentir, entre tus brazos, a un ser vivo que late y respira, que salió de ti, y para el cual constituyes, por el momento al menos, todo su mundo.

Por Claudia Herrera

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