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Cólico del lactante

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Descripción

El cólico del lactante es un síndrome caracterizado por llanto excesivo, de naturaleza exaltada, de predominio vespertino, sin causa identificable en un lactante sano entre 2 semanas y 4 meses de edad y con evolución autolimitada.

El llanto es un signo de expresión de incomodidad en el lactante. Su importancia es variable, ya que puede expresar desde sensaciones fisiológicas (sueño, frío, hambre,…) hasta una enfermedad grave.

Tipos de llantos

En el lactante podemos distinguir dos tipos de llanto:
En un primer grupo encontramos el llanto agudo, el llanto inconsolable y el llanto asociado a signos tales como fiebre, vómitos, etc. Todos ellos nos obligan a descartar causas orgánicas.

En un segundo grupo tenemos el llanto exaltado que se repite. Éste puede corresponder a un llanto normal (por frío, hambre, etc.), o bien estar provocado por el cólico del lactante.

Causas

La razón de los cólicos del lactante es desconocida, si bien se han postulado muchas teorías. Unas se orientan hacia causas gastrointestinales (existencia de gas intestinal excesivo, hipersensibilidad del tubo digestivo a diferentes componentes de la dieta, factores hormonales, hipermotilidad intestinal, etc). Otras lo orientan hacia causas no gastrointestinales entre las que destacan las conductuales (niños «llorones», factores psicosociales de los padres y problemas en la relación padres-niño).

Recientemente, se explica el cólico del lactante como una variante de la normalidad que resulta de la interacción de factores gastrointestinales y no gastrointestinales, sin que ello signifique patología en ninguno de dichos factores.

Sin embargo, algunos cólicos no serían tales, sino formas clínicas de inicio de enfermedades tales como la intolerancia a proteínas de la leche de vaca, etc.

Síntomas

Son episodios paroxísticos de llanto (accesos violentos de llanto, exaltación extrema) e irritabilidad inexplicables, diarios, de predominio vespertino, de aproximadamente 2 horas de duración en un lactante ente las 2 semanas (varón antes de la primera semana de vida) y los 3-4 meses (varón tras los 3-4 meses de vida). El lactante encoge las piernas, enrojece y llora. Suele acompañarse de abombamiento abdominal y expulsión de gas por vía rectal. El episodio además, cesa repentinamente. Entre los episodios de llanto el niño permanece asintomático.

En todos los casos se trata de un niño sano y que gana peso con normalidad.

Diagnóstico

El diagnóstico es de exclusión, existiendo unos criterios diagnósticos principales y otros secundarios. Para el diagnóstico se requieren tres síntomas principales y uno secundario.

Entre los síntomas principales tenemos el llanto paroxístico (exacerbado) (más de 3 horas al día durante más de 3 días a la semana), inquietud-molestia-irritabilidad-agitación, flexión de las rodillas sobre el abdomen y horario vespertino.

Entre los síntomas secundarios tenemos estreñimiento habitual, el niño parece hambriento pero no se calma con la ingesta de alimentos, meteorismo-distensión abdominal y enrojecimiento facial.

Consejos y recomendaciones

Es fundamental informar a los padres sobre la benignidad del cuadro y sobre su desaparición hacia los 3 meses de edad. Es importante saber que no existe una medicación eficaz para dicho proceso por lo que se debe evitar la utilización de fármacos sedantes. Asimismo, no se deben modificar hábitos, alimentación, etc., sin la tutela del especialista.

El niño debe tener cubiertas sus seis necesidades básicas cuya ausencia podrían provocarle el llanto (alimentación, deseo de succión para tranquilizarse, protección, deseo de juego, deseo de ser querido y deseo de dormir-descansar).

Es aconsejable el balanceo, acunamiento, ambientes tranquilos con sonidos rítmicos y el paseo con el niño en brazos o en coche (esta última medida no suele fallar).

El cuidado del niño debe ser a turnos para que los progenitores estén tranquilos y el niño perciba en ellos relajación.
A la hora de las tomas es importante que el ambiente sea confortable y que la madre esté relajada, evitando así que el niño tome deprisa ingiriendo mucho aire. Tras las tomas no deberemos acostarlo y le ayudaremos a eliminar el aire acumulado en el tubo digestivo.

Es importante realizar controles periódicos en estos niños para reafirmar el diagnóstico y descartar así, la aparición de nuevas situaciones (ausencia en la ganancia normal de peso, aparición de nuevos síntomas y signos, prolongación del cuadro más allá de los 3 meses de edad, etc.) que nos hagan variar el diagnóstico inicial.

Enviado Juan José Minguet

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