Se define catarata, como cualquier opacidad del cristalino, conlleve o no, incapacidad para la visión. Se trata de una de las causas mayores de pérdida de visión en el adulto.
No obstante, bajo este diagnóstico, en ocasiones emitido con cierta ligereza, pueden ocultarse por error otras enfermedades, algunas de las cuales precisan una actuación inmediata, de ahí la importancia de un diagnóstico correcto.
Las cataratas se produce por una pérdida de transparencia de los diferentes componentes del cristalino.
Las causas son variadas y así se determinan los distintos tipos de cataratas:
Son aquellas que están presentes en el momento del nacimiento o que aparecen en los tres primeros meses de vida. Pueden ser unilaterales o bilaterales, totales o parciales, estacionarias o progresivas. Su etiología es múltiple siendo la más habitual de origen desconocido.
Otras causas son determinadas genéticamente, es decir, desde que somos concebidos. Otras, sin embargo, son por factores externos que afectan al desarrollo fetal intraútero (infecciones maternas, diabetes materna, radiaciones, medicamentos, malnutrición materna, etc.). Es importante destacar que cuando aparece una catarata congénita debemos investigar porque suele asociarse a otras malformaciones tanto oculares como sistémicas.
La única característica que particulariza a estos tipos de catarata es su edad de aparición. Cuando se manifiesta, transcurridos los tres primeros meses de vida y hasta la adolescencia se denomina juvenil, si bien, tiene los mismos rasgos que la congénita tendiendo a ser estacionaria o lentamente progresiva. Las cataratas que aparecen en los adultos se conocen como preseniles. Siguen en todo una evolución parecida a las seniles, diferenciándose de ellas únicamente por su comienzo más precoz. Son progresivas y producen una disminución importante de la visión.
Es el tipo más común de catarata. Más del 90% de los sujetos mayores de 60 años presentan ya algún grado de opacidad cristalina. Sin embargo, su evolución suele ser tan lenta que, en muchos casos, nunca llegará a producir una disminución de visión importante que justifique su intervención. Las causas que lo provocan no están claras, si bien, el resultado final es una desestructuración de las fibras del cristalino y acumulación de líquido en las mismas (edematización), produciendo así, una disminución de su transparencia y, por lo tanto pérdida de visión.
Son aquellas debidas a una causa externa al cristalino que puede ser ocular (desprendimiento de retina, glaucoma, etc.) o sistémica (traumatismos, tóxicos, enfermedades metabólicas, etc.).
Nos centraremos en la catarata senil dado que es la más frecuente. El comienzo es insidioso y la evolución es lenta, por lo general años. Hay varios síntomas por los que suele consultar el enfermo:
Miopización progresiva: el enfermo que no utilizaba gafas para ver de lejos pero si las usaba para ver de cerca (presbicia), comienza a no necesitar las gafas para ver de cerca e incluso a prescindir de ellas. Todo ello obliga al paciente a cambiar cada poco de graduación.
Diplopía monocular: se trata de visión doble por el ojo afecto. Es un síntoma precoz y no siempre presente. La visión doble permanece, incluso, cuando tapamos el ojo sano. Fotofobia: se define como intolerancia a la luz.
Visión en halos: aparición de halos de colores alrededor de un foco luminoso. Disminución de la agudeza visual: se trata del síntoma principal y es el que finalmente obliga a someterse a cirugía. Se instaura de forma lenta, el sujeto no puede precisar su comienzo exacto. En ocasiones puede referir una mejoría de su visión por la noche o en ambientes poco luminosos.
A través de una correcta historia clínica en la que se incluye la clínica referida así como el tiempo de evolución de la pérdida de la visión y la forma de comienzo. También debemos saber antecedentes del paciente: tratamientos, traumatismos, enfermedades generales oculares, etc.
Exploración: Valoración de la agudeza visual. Los reflejos pupilares conservados, ya que ninguna catarata por densa que sea impide la llegada de luz a la retina y, por lo tanto, la contracción pupilar refleja.
Tensión ocular: la mayor parte de las cataratas aparecen en personas de edad avanzada en las cuales también es importante el glaucoma (tensión ocular elevada). Es por ello obligatorio, en personas de edad avanzada, descartar glaucoma como causa de la pérdida de la visión así como la posible asociación de ambas, lo cual puede ensombrecer el resultado de la cirugía si ya existe el daño del nervio óptico.
Oftalmoscopia directa (diafanoscopia): se realiza una dilatación pupilar mediante fármacos y con el oftalmoscopio vemos el fulgor pupilar que está disminuido en el caso de las cataratas. Oftalmoscopia indirecta: es un método diagnóstico de especialista. Nos permite diagnosticar la catarata y visualizar, si es posible, el fondo del ojo pudiendo diagnosticar patologías asociadas si existen.
Ecografía: técnica útil sobre todo en el diagnóstico de las cataratas de origen traumático. También nos ayuda a descartar desprendimiento de retina asociado.
Radiografía: si se sospecha de un cuerpo extraño metálico intraocular como origen de la catarata se realizará una radiografía de órbita para su confirmación.
El tratamiento es quirúrgico fundamentalmente.
Los únicos casos de catarata en los que está indicada una actitud no quirúrgica inicial, son los secundarios a una enfermedad sistémica o a un tóxico, en cuyo caso, la primera medida es la supresión o tratamiento de la misma.
Existen fundamentalmente dos técnicas:
Intracapsular: en la que se extrae el cristalino completamente, incluida la cápsula y se coloca en su lugar otra lente.
Extracapsular: en la que se abre la cápsula anterior del cristalino y se extrae el núcleo y corteza, dejando la cápsula posterior. A continuación, se coloca una lente en su lugar. Esta es la técnica de elección en la catarata senil.
Ante la alteración de la agudeza visual ponerse en manos del médico.
Enviado por Juan Carlos Mory