Saludisima
×

Planificar el embarazo: preparación emocional

Compartir esta páginaShare on FacebookShare on Google+Tweet about this on Twitter

¿Qué es un bebé?

Un bebé es más, mucho más que ropones y pañales. Es más que una risa que alegra la casa, más que hervir botellas, más que querer perpetuarnos.

Un bebé es, ante todo, un ser humano. Pero no es cualquier ser humano. Es alguien que viene a este mundo porque tú y el hombre de tu vida decidieron traerlo. Esto, de por sí, ya plantea una responsabilidad que es, a la vez, maravillosa y abrumadora.

Existen motivos equivocados para querer concebir un bebé. Y podemos saberlos con sólo reflexionar acerca de lo que un bebé… no es.

Un bebé no es:

Algo que va a venir a salvar a un matrimonio en problemas.
Esto es un error común. La idea del bebé tiene mucho de romántico y, también, mucho de pensamiento mágico. Creemos que con su llegada, todas las broncas de la pareja van a dejar de existir como por arte de magia. En realidad, no solamente no las borra, sino que es muy posible que las acentúe. ¿Por qué? Porque el bebé representa un cambio mayor. Viene con su carga de felicidad, pero también con su carga de estrés. Es un tercer elemento que vendrá a romper toda la rutina de la pareja, que representará gastos y preocupaciones, que alterará toda la dinámica familiar y el clima general de la relación. Si ese bebé llega a un hogar que ya tiene conflictos, no será una solución sino, tristemente, un problema más.

Alguien que va a rescatarte de tu soledad.
Si deseas tener un bebé porque te sientes sola, porque tu esposo está fuera la mayor parte del día, o porque sientes que tu vida es vacía, estás equivocada. No es justo que lo traigas al mundo como una solución a tus problemas personales o a tus crisis de identidad.

La respuesta a una petición de los demás.
Tradicionalmente, el objetivo del matrimonio era traer hijos al mundo. Esto ya no es tan cierto ahora, pero mucho gente sigue pensando que un matrimonio no está completo hasta que no tiene hijos en su haber. Así, pronto comienza la presión de los futuros abuelos, de los amigos, de los parientes: «¿pero cuándo te vas a embarazar?; ¿qué no piensan tener hijos o qué?; ya quiero tener un nieto…» La presión puede ser fuerte, pero no hay que ceder. Porque el nacimiento de un bebé, como todo en el amor, es cuestión y decisión de dos. ¡Nada más!

Elegir el momento

¿Cuál es el mejor momento para tener un bebé? Sólo ustedes dos pueden decidirlo, pero hay que tener en cuenta una serie de factores.

Lo primero es que la relación de ustedes sea saludable. Es absolutamente vital que ambos se hayan dado su tiempo para fortalecer el amor, para acostumbrarse uno al otro, para establecer las propias reglas, rutinas y dinámicas de su vida. Mientras más armónica sea la relación, mayores probabilidades tendrá ese bebé de crecer y desarrollarse como un adulto sano, estable y feliz.

Lo segundo, es que estén en posibilidades económicas de darle a ese bebé la atención que se merece.

Y finalmente, que ambos tengan la madurez necesaria para guiar a ese pequeño ser en su luminoso camino hacia un desarrollo pleno.

Por eso es una buena idea esperar, cuando menos, hasta después del primer año de casados, si esto es posible. Cuando ya hayan limado diferencias y establecido una convivencia feliz. Cuando se conozcan como ser humanos y se amen como pareja. Cuando estén seguros, absolutamente seguros, que son lo suficientemente unidos y equilibrados como para echar a andar los maravillosos mecanismos de la vida, y dar al mundo el regalo de un bebé que sea, en todos los sentidos, la culminación de ese amor, que comenzó realmente cuando ambos prometieron amarse para siempre, en las buenas y en las malas.

Enviado por Grecia Alemán

Agregar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*